Tras hacerse oficial el lavado de cara del Q5, Audi ha destapado la inédita versión tope de gama de su todocamino medio, conocida durante las pasadas 24 horas de Le Mans: el SQ5, motorizado con un V6 3.0 de 313 caballos. A pesar de la sigla S y del potencial que desarrolla, esta versión racing es la primera de la historia del fabricante alemán que rueda con motor turbodiésel. Y por si alguien se lo está preguntando, no, no va a haber una opción gasolina... porque tampoco hace falta tras probarlo. Veamos por qué.

En el diseño exterior no se echa en falta ningún detalle de la terminación S que lucen sus hermanos de gama –como S3, S4, S5, S6 y S8–, con las típicas coquillas de los espejos retrovisores terminadas en plata, pinzas de freno negras en el eje delantero con el anagrama S, parrilla Singleframe en gris platino con bordes galvanizados en aluminio, spoiler trasero, parachoques específicos y cuádruple salida de escape. En el interior, el techo está revestido en negro –opcionalmente en plata–, pedales y levas del cambio en aluminio, asientos deportivos con regulación eléctrica tapizados en cuero napa perla y Alcántara, volante deportivo y paquete de iluminación ambiental. Como no podía ser menos, el conjunto presenta una excelente terminación.

En el apartado prestacional, el SQ5 se desenvuelve sin problemas con sus 250 kilómetros/hora de velocidad punta, un 0 a 100 kilómetros/hora en 5,1 segundos y, lo que es mejor, un consumo medio oficial de 7,2 litros a los 100–y que es fácil de lograr si somos cuidados con el gas–, aunque no muy alejado de los 8,4 litros que gastan los 333 caballos gasolina del S4.

Los led diurnos en forma de tira se asocian al paquete de luces de serie Xenón Plus

Nada más arrancar el SQ5 por botón, no se aprecia ninguna vibración en el volante ni ningún ruido mecánico que nos recuerde que bajo el capó se aloja un propulsor Diesel. Unas leves salidas desde parado con el cambio automático Tiptronic de ocho velocidades en su posición Sport –serie– ya nos adelanta lo que es capaz de hacer este automóvil. Enseguida encontramos una posición cómoda y decidimos afrontar kilómetros de autobahn. Es difícil encontrar algún pero a la dinámica del SQ5.

No hay que olvidar que el TDI es biturbo y dispone de un sistema de inyección common rail que establece una presión de hasta 2.000 bares y realiza incluso ocho inyecciones parciales en los cilindros por cada carrera. Todo esto sirve para apreciar la 'patada típica' que constatamos desde las 1.400 vueltas hasta casi rozar las 3.000 revoluciones –2.800–. En todo ese margen de actuación, el SQ5 cuenta con un par de 650 Nm –66 kilográmetros–, algo que se nota en las aceleraciones fulgurantes. Además, el escape suena 'a gordo' gracias a que la acústica viene modulada por un “actuador de sonido” integrado en la línea final, un sistema complejo pero que nos transmite la sensación de estar a los mandos de un auténtico sportcar.

La suspensión es firme y no renuncia al confort ni en ciudad ni en vía rápida

El SQ5 estará a la venta a finales de septiembre con un precio de partida de 58.500 euros–con el 18% del IVA–, un precio bastante contenido para todo el potencial y calidad que nos ofrece, junto con un buen equipamiento de serie: Audri Drive Select–un programa que permite elegir entre cinco modos de actuación que modifican tanto la respuesta del motor como la desmultiplicación y el tacto de la dirección–, tren de rodaje deportivo S–que reduce la altura tres centímetros–, llantas de 20 pulgadas en tamaño 255/45, Start&Stop –rudo en su arrancada– y tracción integral quattro con gestión de par individual para cada rueda.

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