Los rayos láser que proyectan los faros de nuestros deportivos se cruzan en señal de duelo como si se tratara de las espadas de los Jedi y los Sith en 'La Guerra de las Galaxias'. BMW y Audi, enemigos por antonomasia, han protagonizado una de las carreras tecnológicas más apasionantes de los últimos años merced a un sistema que va a modificar para siempre el diseño, el funcionamiento y el consumo energético del alumbrado de los vehículos. Los dos eran conscientes y mientras en Ingolstadt se decidían a incluirlos en una edición limitada de su R8, la más exclusiva y también la última de esta generación, unos kilómetros al sur, en Múnich, se despachaban las primeras 20 unidades de un i8 que incorporaba los primeros faros láser de la historia. No te esperes una comparativa al uso, ya te hemos contado cómo van los BMW i8 y conoces de sobra al Audi R8 más potente de una generación que ya nos dice adiós. A continuación, nos centramos en analizar sus faros, los dos son láser, sí, pero hay diferencias.

BMW logró colgarse la medalla en un apretado sprint final que sin embargo, no marca más que el inicio de un nuevo desafío y éste es común: acabar con 'el lado oscuro' –de la carretera– en este caso. Y es curioso, a pesar de emplear sistemas similares, los faros láser de uno y otro funcionan de forma muy distinta; no tardamos en detectarlo.

En una noche completamente cerrada, como demuestran las imágenes, iniciamos un recorrido de pruebas exigente, combinando zonas reviradas con largas rectas, con el único objetivo de tomar nuestras propias mediciones. Al principio, subidos en el R8, lo que más llama la atención es que al final del cañón de luz que proyectan sus faros podemos advertir el láser, dos finos puntos que se marcan como si estuviéramos dirigiendo un puntero. Esto y la temperatura de luz, que emite reflejos en un color malva, son las diferencias más evidentes respecto a cualquier otra tecnología. Al cambio de volante, en el i8 apreciamos que ambas cualidades se mantienen pero con matices. La tonalidad es todavía más morada, el haz más profundo y en cambio, la intensidad luminosa en la distancia corta parece menor.

DOS MANERAS DE MIRAR AL FUTURO

Estas primeras impresiones quedaron ratificadas en nuestras pruebas de alumbrado, realizadas de forma simultánea en una larga recta y con los dos deportivos totalmente detenidos, en idénticas condiciones. Desde el asiento del BMW advertíamos objetos a cientos de metros, brillaban a lo lejos sin que fuéramos capaces de enfocarlos por las lógicas limitaciones de nuestra la vista. Con los faros del Audi éstos desaparecían, directamente. Sin embargo, los que quedaban a una distancia prudencial podíamos identificarlos con mayor rapidez en éste, se distinguían mejor.

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AUDI R8 LMX: MÁS LUZ, MENOS DISTANCIA
Mayor intensidad luminosa hasta los 120 metros. Los objetos que quedan a media distancia son más reconocibles pero a partir de los 135 metros se pierden.

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BMW i8: HASTA DONDE ALCANCE TU VISTA
200 metros de gran visibilidad. Reconoce obstáculos muy lejanos, pero no son nítidos por encima de los 115 metros.

A modo de conclusión, podemos certificar que mientras la marca de los cuatro aros emplea el láser para mejorar la calidad de la luz en un ratio de alcance conocido, la del aspa lo proyecta para alumbrar a distancias hasta ahora inaccesibles. En cualquier caso, a ambas les queda un largo recorrido para perfeccionar una técnica que en el futuro va a permitir que los faros sean más compactos, ligeros y sobre todo más económicos, al gastar menos energía y no requerir mantenimiento. También emitirán una luz más amable al ojo humano, diez veces más intensa y menos artificial, pero que nadie crea que la diferencia con los convencionales es tan abismal como cuando pasamos del halógeno al xenón, ese efecto no se da.

NO SON UNOS CUALQUIERA

Estas no fueron las únicas 'luces' con las que brillaron nuestros dos protagonistas. Aunque ningún otro coche incorpore faros láser –de momento– éstos solo son la guinda de dos pasteles suculentos. El R8 es uno de los 99 LMX que han puesto fin a una primera generación exitosa y además lo han hecho a lo grande, extrayendo el máximo rendimiento –570 caballos– de un bloque V10 redondo, que con la asistencia del cambio S-Tronic de siete marchas y del sistema quattro de tracción total, completa un conjunto mecánico a la altura de los que ofrece Porsche, Ferrari o Lamborghini.

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Por supuesto, el i8 juega en otra liga. Sus aspiraciones no son tan elevadas y evidencia su peor relación peso/potencia en las ascensiones más exigentes. A cambio resulta bastante más cómodo en las zonas de asfalto en mal estado y tan preciso como el Audi pero sin duda, lo que más sorprende es su empuje a bajo y medio régimen. Cuando la batería está cargada, el bloque eléctrico se asocia al gasolina y dispara el rendimiento del tricilíndrico turbo, que echa el resto para aguantarle el pulso en algunas recuperaciones a todo un ‘purasangre’ como el R8, al que tenemos que llevar siempre por encima de las 4.500 vueltas para no vernos sorprendidos.

En definitiva, estamos ante dos iconos de distintas categorías que se han ganado un sitio en los libros de historia del automovilismo sólo por sus faros láser aunque cualidades como su diseño, su rendimiento y sus sensaciones sean más elogiables.

Prueba Audi R8 2015: El huracán de Ingolstadt

Lettermark
Jose Carlos Luque

Experto y apasionado del motor y la comunicación en todas sus formas, recalé en Car and Driver a finales de 2007 y desde 2016 dirijo este site. Periodista de vocación y formación, conservo buenos contactos en el sector y trato de que la información que leas aquí sea la más inmediata, completa y veraz. Pero también realizo pruebas, comparativas, noticias, entrevistas... y en mis ratos 'libres' crío a tres niños pequeños que –con diferencia– es el trabajo más duro de todos los que he hecho jamás.