Eres un conductor con una cuenta corriente que no se resiente con la compra de un Bentley Continental GT valorado en más de 200.000 euros. No te preocupa ni el seguro, ni los impuestos y mucho menos la gasolina que consume su propulsor W12 de 565 caballos (de media, 16 litros a los 100). A pesar de que has adquirido la versión de 2011 que tiene cambios estéticos que acentúan más la deportividad del 2+2 plazas, su aspecto te resulta un poco soso y sus prestaciones, descafeinadas (0 a 100 kilómetros/hora en 4,6 segundos y una velocidad máxima de 318 kilómetros/hora), así que acudís tú y tu Continental GT a Imperium Automotive, un preparador inglés, para que le cambie todo aquello que te desagrada previo talonario de por medio. Además, como no quieres un mero kit tuning para tu coche porque lo que buscas es que se haga un trabajo artesanal y exclusivo, te implicas en el proyecto de desarrollo con los ingenieros para que no dejen nada al azar y todo sea de tu gusto.

Esta historia para introducir el quehacer realizado por Imperium Automotive en un Bentley, que bien podría ser fruto de la ficción, es real como la vida misma, de hecho, sólo exista una unidad, de la que damos constancia con las fotografías que acompañan al artículo, la que ya disfruta el millonario ‘sir’. Las diferencias entre el insulso y anterior Continental GT y éste se centran en los parachoques delantero y trasero, realizados en fibra de carbono; un pequeño alerón que remata el portón del maletero, llantas de 20 pulgadas de dobles radios ennegrecidos, luces diurnas de led y una tonalidad granate que baña toda la carrocería.

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Los cambios también se han centrado en el aspecto técnico: si bien es cierto que no se ha facilitado la cifra de potencia final conseguida (ni las prestaciones) a buen seguro que con la suspensión rebajada, la modificación en la centralita del motor y la línea de escape especial rematada en dos colines en forma de trapecio se han arañado algunas décimas al cronómetro.