Aterrizamos en Los Ángeles, Estados Unidos, esperándonos encontrar un sol radiente en el cielo y un BMW M2 en el parking del aeropuerto. Pues bien, llueve a cántaros y no hay ningún M2 en kilómetros a la redonda; resulta que los responsables de la firma han decidido trasladar el operativo hasta el Valle de la Muerte, huyendo de la gota fría que asola la zona sur de California desde hace días. Nos dirigimos hacia el este, con la esperanza de que la sombra de las nubes se diluya. A tres horas de la capital se encuentra Olancha, la localidad en la que da comienzo la California Route State 190, o lo que es lo mismo, la que te lleva directamente hasta el Valle de la Muerte. Por desgracia la lluvia no cesa, aunque la previsión anuncia sol para el siguiente día. Las montañas, cubiertas con un manto de nieve blanco, son nuestras compañeras de viaje hacia una carretera en la que saltarse la ley tiene un castigo de 1.000 euros… Afortunadamente, hasta la llegada del verano, esta zona apenas está transitada. Prueba de ello son los ocho coches que nos hemos cruzado durante la primera hora.

Esto me suena...

Tras un sueño reparador y un desayuno energético afronto la siguiente jornada ahora sí sentado en un M2. Los estratocúmulos –nubes bajas que rara vez aportan agua– de las últimas horas de la tarde de ayer permitieron que los pocos rayos de sol secaran la carretera, dejándola en perfectas condiciones para mi recorrido mañanero. Antes de iniciar la marcha, echo un vistazo a mi montura.

Opcionalmente se puede equipar el modo 'smoky Burnout' para salir 'haciendo ruedas' cuando quieras

La primera impresión es la de estar viendo un M4 empequeñecido aunque, desde ciertos ángulos, el M2 parece un Serie 2 con paperas. ¿El motivo? El montaje de unas enormes llantas forjadas de 19 pulgadas que han obligado a ensanchar 6,4 centímetros el eje delantero y 7,1 el trasero. Los discos de freno perforados, ciertos componentes de la suspensión de aluminio y hasta el motor, o parte de él, también los ha tomado prestados. En efecto, el bloque N55 TwinPower Turbo de 3.0 litros y seis cilindros en línea, comparte cojinetes del cigüeñal y pistones con los del S55 del M4 respecto al cual sólo es 61 caballos menos potente. Así es, bajo su capó se esconden nada menos que 370 caballos y más de 47 kilográmetros de par.

Casi llega al sobresaliente

Como si fuera un V8, su sonido inunda el habitáculo aunque sea a través de los altavoces. A velocidad de crucero, su profundo zumbido está siempre presente en tu tímpano mientras que nuestras extremidades se funden tanto con el acelerador como con la caja de cambios manual de seis relaciones. En opción está la automática DKG de doble embrague y siete relaciones, pero nos apasiona lo manual. Para un obstinado del punta-tacón como yo, necesito tiempo para acostumbrarme a no tener que pisar el acelerador mientras freno en una curva.

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Al igual que en su hermano mayor, la dirección electromecánica no transmite toda la información que se le solicita, por lo que lo mejor es hacer caso omiso y centrarnos en el excepcional chasis. Encumbrando el Father Crowley Vista Point, la zona más revirada de la ruta, las sensaciones no pueden ser más satisfactorias. Bajas marcha, la aguja del cuentarrevoluciones sube hasta la zona roja y entras en la curva sonriendo, al tiempo que reflexionas que si además montara la dirección del Porsche Cayman, estaría ante el coche perfecto.

Quizá eso debieron pensar los 740 afortunados que, hace unos años, corrieron a encargar el Serie 1 M. El M2 es su sucesor sí, con su misma mirada y filosofía pero este es un BMW moderno, con una dirección algo 'liviana' y un equipo de sonido que reproduce los sonidos del propulsor.

Precio, equipamiento y ficha técnica del BMW M2

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