Con seguridad hará época. Y ya sólo por sus credenciales técnicas sobresale de lo habitual. Coupé de tres volúmenes, cuatro plazas, motor de seis cilindros, inyección directa de gasolina, sobrealimentado mediante dos turbos, se presenta con 340 caballos de potencia y una relación peso potencia inusitada de 4,4 kilos por caballo. Suficiente como para avisarnos de que no estamos ante un coche potente más.

Aunque por fuera conserva cierta discreción respecto a sus hermanos de gama, exceptuando sus llantas específicas M y los llamativos cuatro tubos de escape posteriores, por debajo de su carrocería la transformación del BMW más pequeño ha sido radical. El chasis y las suspensiones específicas para las preparaciones deportivas, con brazos de aluminio y frenos sobredimensionados de material compuesto, la regulación dinámica de la amortiguación y un diferencial trasero autoblocante, alejan notablemente al Serie 1 M Coupé de sus hermanos de catálogo. Y al respecto, no hay que llamarlo M1 para abreviar, ya que los responsables de la marca quieren distinguirlo claramente del coche de carreras E26 homologado biplaza para carretera y que fue bautizado con ese nombre a finales de los 70.

Por dentro, el Serie 1 M Coupé nos recibe con un salpicadero y unos instrumentos propios de los BMW M, asientos deportivos envolventes (y que como experimentaremos en breve sujetan de verdad) y una colorida decoración específica para este modelo.

Que comience la acción
Después de alguna vuelta de calentamiento, probando los reglajes para configurar a voluntad el chasis mediante el M Dynamic Mode MDM, pisamos a fondo y el seis cilindros en línea sale ruge como el motor de un avión de caza de los de hélice. El M TwinPower Turbo conecta entonces la función overboost y de repente 51 kilográmetros nos empujan desde atrás con una contundencia que nos recuerda a los anteriores M3 de 6 cilindros.

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Cuando vemos la aguja del cuentakilómetros subir tan rápido hacia su tope de 250 kilómetros hora, nos damos cuenta del potencial real de este coche. Capaz de acelerar de 0 a 100 en 4,9 segundos y alcanzar desde parado los 200 km/h en 17,3 segundos, estamos ya en el terreno de los cupés más rápidos de su clase. Con cautela, frenamos antes de llegar tan rápido al primer viraje, pero la potencia de los frenos y la rigidez del chasis nos hacen quedarnos muy cortos. La próxima vuelta podremos apurar mucho más sin temor a equivocarnos.

Drift!
El enorme par y la elasticidad de este fantástico motor nos invita a acelerar antes de tiempo, controlando con facilidad las reacciones de deriva que aparecen cuando los Pirelli 265/35 ZR 19 traseros comienzan a perder adherencia y el autoblocante se encarga de mantenernos en la trazada. La dirección nos parece perfecta, permite corregir al milímetro y dibujar la curva con mucha precisión sin que nos interfieran las reacciones del tren trasero.

Las sensaciones al volante del Serie 1 M recuerdan a un M3 de seis cilindros


A medida que giramos con el Serie 1 M Coupé crece nuestra confianza (bien por los asientos que nos sujetan a la perfección), hasta tal punto que los límites nos vienen impuestos, demasiado pronto, por los controles electrónicos de estabilidad. Es quizá el único pero que podemos sacarle en este breve pero intenso contacto al BMW. Pero estamos rodando en circuito –donde podemos desconectarlos– y los límites son mucho más altos que en carretera, donde la electrónica cobra su verdadera importancia. Además, la Serie 1 es el modelo de acceso de la marca y requiere mayor garantía de seguridad que un M3, más permisivo en sus sistemas de control y destinado a conductores de mayor experiencia.

Por 56.500 euros, que es lo que cuesta el Serie 1 M Coupé, podemos sentir ya las genuinas sensaciones propias de las fabulosas preparaciones M de BMW.

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