Nos desplazamos hasta una carretera infernal que cruza el Valle de Lockwood, al sur de California USA, para realizar una de las pruebas más beligerantes, míticas y enriquecedoras que se pueden llevar a cabo en estos días. Allí, en colaboración con nuestros 'hermanos' de la edición norteamericana de CAR and DRIVER, aceptamos el reto de poner a prueba una muestra de lo mejor que es capaz de engendrar nuestra industria europea, contra el 'niño mimado' de la producción automotriz norteamericana. El mítico 911 contra el no menos icónico Corvette, un duelo intercontinental a ambas orillas del charco.

Los norteamericanos suben a su púgil hasta el cuadrilátero con una confianza insultante, como ellos mismos dicen: "Por primera vez en la historia, el Corvette no debe encomendarse tan sólo a su precio para derrotar a un verdadero sportcar europeo". Y eso que el precio no es mal argumento, pues en los EEUU, el Porsche 'básico' es casi 35.000 euros más caro en que el 'Chevy' –52.000 dólares del Corvette frente a los 100.000 del 911–. Pero es que si además añadimos el equipo opcional de las variantes que probamos, esta diferencia roza los 60.000 euros, dinero más que suficiente para comprar otro Corvette 'pelado' en los EEUU. En España, la diferencia de precio entre el Corvette que se comercializa aquí –que incluye de serie un completo equipamiento que comprende incluso el paquete deportivo Z51 y el escape de altas prestaciones– y el 911 sin PDK es de 45.000 euros.

Pero para llevar a cabo un test infernal necesitamos una carretera endemoniada, y es por ello que nos trasladamos a una de las peores vías comarcales que surcan los USA: se trata de una sucesión de serpenteantes curvas cerradas que parecen haber sido pavimentadas en mitad de un huracán, pues el asfalto está muy ondulado y constantemente intenta 'escupirnos' para librarse del peso de nuestras inmensas gomas. Lo cierto es que es el lugar ideal para que ambos se 'peguen' una paliza de órdago en busca de un campeón.

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Con una apariencia de supercar mucho más trabajada que la del Porsche –400 caballos–, el Corvette –460 caballos– es el vivo reflejo de las prestaciones puras. La obediencia con la tradición estética que rige la imagen del 911 lo ha hecho un coche previsible e incluso aburrido en lo que a imagen hace referencia, justo lo contrario de lo que pasa con el C7, un deportivo con el que sólo dejaremos de ser el centro de atención en un semáforo cuando a nuestro lado pare un McLaren P1, un Ferrari LaFerrari o algo similar. Pero donde unos creen ver un inconveniente, otros encuentran el encanto de la discreción… De nuevo choca la forma de entender el mundo de allí y de aquí.

VIVA EL 'RUN RUN'
Basta acariciar con el pie los aceleradores para darse cuenta de la diferencia existente entre el brutal rugido del V8 del Chevrolet y el gemido aterciopelado que emite el 911, un sonido más elaborado y que pone en conexión mejor al conductor con el propulsor. En Porsche han trabajado la 'musicalidad' como si lo que lleváramos a nuestra espalda fuera la orquesta sinfónica de Londres.

Tan pronto entramos en la carretera montañosa de dos carriles, descubrimos que el C7 ha conseguido solventar el que era uno de los principales inconvenientes de su predecesor: la estabilidad direccional del tren delantero. El C6 apenás transmitía algo al conductor y además no resultaba sencillo hacer que el tren delantero siguiera nuestras indicaciones con diligencia. Ahora los neumáticos anteriores del C7 siguen nuestras directrices de forma incluso más obediente que en el 911, con unas reacciones extremadamente ágiles y certeras, aunque es una pena que el volante sigue haciéndonos llegar menos información de lo deseable, a causa de un tacto que aunque es regulable resulta demasiado 'blando'.

Por su parte, el 911 tiene menos precisión direccional, pero un tacto de volante realmente 'lujurioso', sirviéndose además mejor de los golpes de acelerador para marcar la trayectoria, pues nos permite medir las acometidas de potencia con más precisión y dulzura, apoyándose en la interminable lista de ayudas electrónicas con que cuenta, como el PASM, el PTV, el PDCC, el PSM… y alguna más que nos dejamos por el camino y que en conjunto contribuyen a hacer del Porsche uno de los coches más rápidos, seguros y evolucionados del momento. Sólo la violencia del tren trasero cuando vamos realmente rápido y con los controles en modo deportivo nos recuerda que la herencia 'todo atrás' del 911 se ha traducido en un delicado reparto de pesos del 39/61 entre la vía delantera y la posterior.

MEJORAS NOTABLES
Al límite, la dirección del Corvette es tan rápida que merece atención constante para marcar la trazada, pero también es cierto que el C7 se ha 'civilizado', ofreciendo ahora un tacto de conducción al alcance de pilotos no doctorados en la materia y permitiéndonos ganar décimas en las curvas, pues el anterior Corvette sólo corría mucho en línea recta. De hecho, modificaciones en su desarrollo han permitido reducir su centro de gravedad de, mejorando su estabilidad a velocidades elevadas, contando además con un diferencial electrónico de serie que mejora la firmeza y precisión de las trazadas.

A pesar de todo esto, es una realidad que a bordo del 911 el conductor se siente más protagonista de su historia al poder intervenir con más repercusión sobre acelerador, cambio… Mientras que en el Corvette llega un punto en el que parece que pilotamos un videojuego, pues sólo manejamos el volante.

Altamente efectivos los dos, ¿justifican las mejores sensaciones del Porsche su brutal sobreprecio? Sólo tú tienes la respuesta, si es que se te plantea el dilema

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