Aston Martin, la marca que viste de deportividad las películas de James Bond, se ha adelantado a la ficción al crear, a partir de la plataforma alargada de su DB9, un soberbio cuatro puertas de altos vuelos. Animado por el motor V12 de 470 caballos y con una línea que en ningún momento renuncia al espíritu GT, ya están disponibles en los concesionarios estos cinco metros de ensoñación y que se suman al reducidísimo club de los Maserati Quattroporte, Porsche Panamera e, incluso, el enorme Bentley Flying Spur Speed a la espera de que pronto se incorpore a este exclusivo sector el Lamborghini Estoque.


Rampa de lanzamiento
En los gigantescos sótanos de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, arranco por primera vez esta maravilla que ya me tenía ‘enganchado’ desde que se presentó su prototipo en el Salón de Detroit de 2006. A pesar del doble acristalamiento que aísla el habitáculo de cualquier perturbación exterior, el V12 truena amenazante en las profundidades del gigantesco complejo diseñado por los arquitectos Santiago Calatrava y Félix Candela. Impaciente por salir del interior de esta ‘ballena varada’ en el Turia, el Rapide sube la rampa circular a modo de rampa de lanzamiento en busca de aire libre, mientras sus 12 cilindros alcanzan su temperatura a plena carga. La presencia del Rapide en la calle es un espectáculo en sí mismo.Circular por ciudad no es ningún problema para el majestuoso gran deportivo británico. Su cambio Touchtronic en modo automático se encarga de apaciguar al potente motor en sus respuestas a bajo régimen y la excepcional progresividad de este gran bloque de aluminio nos permite dosificar suavemente los caballos. En lo que sí deberemos tener cuidado es en vigilar nuestros flancos, ya que el Rapide mide 2,14 metros de ancho incluyendo los retrovisores.

Respuesta y comodidad
El placer de conducir el Rapide es continuo. La autopista nos proporciona la oportunidad de conocer su cara más amable, con las suspensiones adaptativas Bilstein taradas en su posición más blanda, el control de crucero automático fijado en la velocidad adecuada, el climatizador automático regulado a la temperatura correcta y conectado el magnífico equipo de sonido Bang & Olufsen BeoSound diseñado para el Rapide. En las plazas traseras, los pasajeros no por bien sujetos en los asientos casi esculpidos en el habitáculo van por ello incómodos, y gozan de la misma comodidad de marcha y de su propio espacio de climatización regulable.

La conducción del Rapide destaca por una gran precisión de guiado que contrasta con una suavidad de reacciones de lo más reconfortante. Con tres vueltas de volante entre tope y tope, la dirección se adapta a cualquier situación guiando al Rapide con mucha firmeza.

El alargamiento del chasis del DB9 a 299 del Rapide no ha perjudicado la estabilidad. Incluso la ha mejorado a gran velocidad y el coche avanza inmutable al viento y a las ondulaciones del asfalto. Los kilómetros de montaña se van sucediendo sin esfuerzo ni cansancio. El Aston Martin se asevera como un excelente coche para viajar de forma segura, placentera y rápida.

*Esta prueba continúa en el número 174 de nuestra revista Car and Driver, próximamente en tu kiosko, no te lo pierdas.

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