El interior es igualmente delicioso, con piel por doquier que recubre casi todo. El resto está acabado en fibra de carbono, por lo menos en nuestro coche de pruebas. Una ironía en un coche construido casi en su totalidad en aluminio que no se nos escapa. Incluso el 458 no está por encima de la tendencia de moda: la fibra de carbono por doquier.

Debajo de todo lo superficial se encuentra una gran cantidad de sustancia. Desde alcanzar los 100 km/h en 3 segundos hasta la rápida dirección -2 vueltas de volante- o una caja de doble embrague que cambia tan rápido como puedas apretar las levas del cambio.

Un breve paréntesis merecen dichas levas que van ancladas directamente a la columna de la dirección: existen argumentos suficientes para montarlas en el volante como hace McLaren, pero parece que Ferrari no quiere que cambiemos de marcha mientras el volante está girado. A favor, la distribución de los mandos -ahora todos ubicados en el volante- evitan una activación accidental de los limpiaparabrisas o de los intermitentes.
Pero volvamos a la conducción, que dada la forma en que el 458 atrae a la multitud podría parecer una cuestión secundaria, pero no lo es. El 458 surca la carretera de una manera consistente con su motor: frenética. La dirección es hiperprecisa, reaccionando al más mínimo movimiento, al igual que el acelerador, que eleva las revoluciones con un movimiento del pie e ilumina el conjunto de LED situados en el volante, que nos indican cuando nos aproximamos a la línea roja situada en las 9.000 revoluciones por minuto. La emoción que provoca el 458 debe ser como la calada de la que hoy en día disfruta Keith Richards de vez en cuando…

Motor vehicle, Mode of transport, Automotive design, Steering part, Vehicle door, Steering wheel, Car seat, Car, Car seat cover, Glass, pinterest

Entonces ¿dónde se queda corto el Ferrari? Desde luego no en comodidad, otro brillante ejemplo de lo mucho que el control magnético de la suspensión ha hecho a favor de la versatilidad. Nuestra mayor queja es que, a pesar de ser sólo 28 milímetros más ancho que el McLaren, se siente como si se desbordase a ambos lados de la calzada. Esto en parte está producido por la posición de conducción, ya que estar sentado en borde exterior del coche sólo aumenta la sensación de anchura. Sea por la razón que sea, el 458 se siente torpe en carreteras estrechas y en general en cualquier lugar donde haya la posibilidad de encontrarse con tráfico. Los frenos, tan supremamente eficaces como cualquiera de los otros dos, incrementan su potencia de frenada más en función del recorrido del pedal de freno que de la presión que ejerzamos sobre él; preferimos el tacto del Porsche. Un apunte de pequeña importancia: como consecuencia de sus rápidas reacciones, el Ferrari requiere un tacto muy fino cuando hagamos ligeros movimientos sobre la dirección. Y, pensándolo bien, los casi 100.000 euros en opciones de la unidad de pruebas superan los límites de la sensatez.

Esto no quiere decir que el 458 Italia no sea absolutamente espectacular. Para muchos el Ferrari es exactamente lo que un clásico supercoche se supone que debe ser -enérgico, sin límites y sensacionalmente vivo- pero si algo le falta al Ferrari, es un punto de civismo.

Lo mejor: Glorioso sonido, ágil caja de cambios, dirección precisa.

Lo peor: Se siente tan ancho como un tanque, respuesta nerviosa.

Veredicto: Hace trabajar tan duro a tus glándulas de adrenalina como a tu cartera.

> Volver al inicio de la comparativa

> McLaren MP4-12C

> Porsche 911 GT2 RS

Exclusiva: Volando en el Ferrari 458 Spider (con vídeo)