Lo primero que llama la atención a los mandos de este SUV es el puesto de conducción, prácticamente tan bajo como el de cualquier berlina. Hay que aclarar que nuestra unidad equipa el paquete deportivo exterior -2.229 euros extra- que incluye un tren de rodaje específico y unas ruedas de grandes dimensiones con neumáticos deportivos de gran eficacia. Con esta configuración, las cualidades off-road del GLK son muy limitadas, sobre todo por la reducida distancia libre con el suelo. Ahora bien, tanto por la posición de conducción, como por el centro de gravedad del coche, conducir este Mercedes por carretera es lo más similar a llevar un turismo compacto que podamos encontrar.

Conducción

Con estas premisas y asistidos por la mecánica de Mercedes, no es de extrañar que en carretera el GLK demuestre ser el coche más apto de su categoría. Es impresionante la facilidad con la que conseguimos enlazar curvas consecutivas y a pesar de sentimos repetidos balanceos de la carrocería, el bastidor no pierde la compostura ni por un instante. La dirección comunica a la perfección lo que sucede debajo de nosotros y nos obedece al milímetro, siempre con el modo Sport activado.

El sistema Agility Control, permite regular mediante un mando situado al lado de la palanca de cambios la respuesta del motor, la suspensión, los frenos y la dirección. Lo mejor de este control es que es inteligente y se reajusta automáticamente a la velocidad de conducción, de manera que en modo Sport se puede conducir con mucha suavidad a velocidades bajas, mientras que cuando incrementamos la velocidad nos encontramos con un tacto más y más preciso.

Las otras dos posiciones que podemos seleccionar son Confort y Manual. La primera es aconsejable para maniobrar en ciudad y para rodar por autopista, donde circulamos a altas velocidades sin demandar una respuesta del motor inmediata. Para conducir en carretera, lo mejor es seleccionar el modo Sport y olvidarnos de todo.

Si queremos manejar el cambio podemos acoplar el modo manual o seleccionar las marchas directamente mediante las levas del volante, que se manejan con gran precisión y soltura.

En cualquier circunstancia, resulta sorprendente lo ágil y estable que es el GLK. A este efecto, también contribuye la tracción integral 4 Matic que reparte el par del motor en un 55% al eje trasero y en un 45% al delantero, en condiciones normales.

Seguridad

A falta de que el GLK se someta a los crash test de EuroNcap, la gran dotación de sistemas de seguridad activa y pasiva nos hacen pensar que estamos ante un coche sobresaliente en este aspecto. De serie disponemos de una gran dotación de airbag: frontales inteligentes para conductor y acompañante, laterales de cabeza y torax, y de rodilla para el conductor; así como reposacabezas regulables, pedales autoplegables en caso de accidente y anclajes ISOFIX, así como el control de estabilidad ESP o el asistente para el frenado de emergencia BAS que intensifica la frenada en los primeros metros, en los que el conductor no pisa a fondo el pedal.

Confort

En el interior el GLK no es un coche especialmente amplio pero cuatro personas pueden viajar con un nivel de confort óptimo y algo de equipaje. El maletero ofrece una capacidad de 450 litros que desde luego no le sitúa entre los más amplios de los coches de su categoría. Sin embargo, la calidad de los acabados, el diseño general del habitáculo y el nivel de equipamiento, son argumentos de sobra para convencernos. En el interior encontramos un coche de aspecto elegante que puede tener tapicería de cuero -opción que cuesta 2.596 euros- e inserciones de madera o aluminio en el salpicadero, con algunos detalles de deportividad, como el volante multifunción, que tiene la parte inferior recta.

Entre los inconvenientes que presenta el GLK destacamos algunos ruidos aerodinámicos que se cuelan en el habitáculo a altas velocidades. En este aspecto, no ayuda el diseño ‘cuadriculado’ de la carrocería, que ofrece una resistencia al aire de 0,35 Cx. Por otro lado, la disposición de algunos mandos en el interior no es del todo correcta. Por ejemplo, cada vez que tratamos de dar un intermitente nos encontramos por accidente con la piña del limitador de velocidad, que se acciona automáticamente al rozarla. Estos dos mandos están ubicados uno encima del otro en la parte izquierda y eso que a mano derecha hay un espacio totalmente despejado.

Ecología

El motor de V6 Diesel de Mercedes, es una delicia por suavidad, silencio y prestaciones, pero también por el nivel de consumo. No ofrece la respuesta inmediata del 3.0 TDI de Volkswagen, que es más potente, pero a cambio es más progresivo y consume algo menos. Esta ligera desventaja en cuanto a prestaciones se debe en parte a que el cambio automático de siete velocidades de Mercedes no es tan rápido como el S-Tronic que puede equipar el Audi Q5, por ejemplo.

El consumo medio en régimen mixto de este CDI es de 7,9 l/100 km, y las emisiones de CO2 se sitúan en 208 gr/km.

Durante la prueba y alternando tramos de carretera de todo tipo a un ritmo algo más elevado de lo habitual la cifra de consumo se establecía en torno a las 10 litros.

Veredicto

El GLK es muy interesante para quien busque un SUV de buena calidad que se maneje con soltura a diario y para quien valore el buen comportamiento en carretera y las prestaciones por encima de todo. Se trata de un coche fascinante por la suavidad y facilidad con la que se conduce incluso a altas velocidades. Sin embargo, no permite un buen uso como coche familiar ni como todo camino, aunque la mayoría de sus rivales tampoco. Su precio es muy similar al de un BMW X3 o un Audi Q5 y el Mercedes es más nuevo que el primero y más eficaz que el segundo.

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Jose Carlos Luque

Experto y apasionado del motor y la comunicación en todas sus formas, recalé en Car and Driver a finales de 2007 y desde 2016 dirijo este site. Periodista de vocación y formación, conservo buenos contactos en el sector y trato de que la información que leas aquí sea la más inmediata, completa y veraz. Pero también realizo pruebas, comparativas, noticias, entrevistas... y en mis ratos 'libres' crío a tres niños pequeños que –con diferencia– es el trabajo más duro de todos los que he hecho jamás.