El Mini Cooper no será el único beneficiado, sino que todas las versiones actuales de la gama Mini -Coupé, Cabrio, Clubman y Countryman- podrán equipar la nueva motorización.

El nuevo bloque, protagonista absoluto de esta nueva versión, es un 2.0 turbodiésel–probablemente el utilizado en el BMW 318d- que recibe ajustes específicos para adaptar al pequeño compacto. Los 143 caballos y un par de 305 Nm que entrega junto a una caja de cambios de 6 velocidades moverán al Mini con mucha soltura. Además se beneficia de las típicas tecnologías para conseguir un consumo muy contenido – 4,3 litros cada 100 kilómetros- como el sistema Start-Stop, la recuperación de energía por frenado o un indicador de marcha.

Para el comprador de un Cooper S, aunque sea diésel, las prestaciones siempre han sido importantes. El nuevo Cooper SD no se queda atrás, ya que la marca declara una aceleración hasta los 100 kilómetros/hora en 8,1 segundos y una velocidad máxima de 215 km/h. Frente a su hermano de gasolina pierde 7 décimas y 3 kilómetros de velocidad punta.

Estéticamente es muy similar al Cooper S y comparte con este la toma de aire frontal sobre el capó, los paragolpes más deportivos o la salida doble de escape en posición central.

Ya queda menos para que el Mini diesel más deportivo de la historia ruede por las calles. A partir de primavera de este mismo año estará disponible en los concesionarios. ¿Se atreverán a sacar un Cooper SD Works?