Decía Gregorio Marañón que “el trabajo sin prisa es el mayor descanso para el organismo”. Algo así ocurre con los motores de nuestros protagonistas, que no son la ‘bomba’ si buscamos prestaciones, pero ‘despacito y con buena letra’ nos permiten pasar de largo de las estaciones de servicio mirándolas de reojo como si lleváramos entre nuestras manos coches con propulsores turbodiésel. No es una quimera, es algo real como hemos comprobado durante nuestras pruebas. Pero para que el PureTech de Peugeot y el TSI de Volkswagen se asemejen a sus homólogos de gasóleo HDI y TDI respectivamente, se ha llevado a cabo infinidad de test hasta dar con el resultado esperado empleando para ello la técnica del downsizing–la reducción de cilindrada–, el uso de turbos y la inyección directa, entre otros artificios.

BUENA REFERENCIA
En el caso del Volkswagen sabemos que esta suma de innovaciones da un magnífico resultado puesto que el TSI lleva tiempo montándose no sólo en los modelos de la marca alemana, sino también en Audi, Seat y Skoda. En Peugeot estamos ante una novedad absoluta –se trata de la gran apuesta de la marca para esta temporada– que va un paso más allá tecnológicamente hablando respecto a la mecánica de su rival, ya que sólo tiene tres cilindros. En marcha no apreciamos esta particularidad en ninguna circunstancia salvo en dos casos: cuando arrancamos–el sonido es diferente a uno tradicional– y al circular a bajas vueltas; en ambas situaciones notamos unas leves vibraciones que para nada incomodan, simplemente nos recuerdan que estamos ante una de las joyas motorísticas estrella de este momento debido a la eficiencia energética. Sin llegar a practicar una conducción económica, es posible rondar los cinco litros de consumo.

DOBLE PERSONALIDAD
Si, por el contrario, decidimos ‘sentir’ más el coche o necesitamos más potencia para realizar un adelantamiento, es posible cambiar el comportamiento del 308 gracias al modo Sport, que se activa a través de una tecla ubicada tras el pomo del cambio –opción que cuesta 300 euros–. Entonces notamos un sorprendente ‘chute’ extra de par bajo el pedal del acelerador, a la vez que la iluminación del cuadro de mandos cambia de blanco a rojo y se modifica el sonido que llega al habitáculo electrónicamente por los altavoces del equipo de audio –parece como si pasásemos de 130 a 300 caballos en un momento–.

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En el Golf también disponemos de un programa del estilo con las funciones Normal, Confort y Sport –120 euros–, si bien cuando seleccionamos este último, no aparece por ningún lado la espectacularidad que sí ofrece el compacto francés.

GRANDES AHORRADORES
En la eficiencia del Peugeot es vital la gestión que hace el indicador de cambio de marcha, pues pide que subamos una velocidad apenas rozadas las 2.000 vueltas. Asimismo, es posible circular a 80 kilómetros/hora con la sexta introducida, por lo que el bloque gira en todo momento a muy bajas revoluciones. El caso del Golf es más ‘extremo’ ya que con alcanzar los 1.800 giros y si nuestro ritmo es tranquilo, nos informa de que es hora de introducir una relación superior, de ahí que logremos alguna décima menor en nuestra medición de gasto de carburante.

Por su parte, el Start&Stop; del galo se muestra rápido a la hora de poner en marcha al propulsor, pero sí que es cierto que no es tan instantáneo como ocurre con los e-HDI de la firma del león, en los que este dispositivo es el más veloz del mercado con diferencia. El del Golf cumple con su función.

Precio, equipamiento y ficha técnica del Peugeot 308 1.2 PureTech 130CV

Precio, equipamiento y ficha técnica del Volkswagen Golf 1.4 TSI 122CV

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