En 1973, Porsche pensó que a su popular 911 le faltaba algo y por ello decidieron introducir el concepto del turbocompresor en la estructura de su peculiar motor trasero. Para llevar esto a la práctica y ganar experiencia de cara a futuros modelos de producción, la firma alemana creó un prototipo que más tarde hizo su debut en competición y cuyo nombre era Porsche 911 Carrera RSR 2.1 Turbo.
Lo que hicieron desde Stuttgar fue coger un 911 de calle y prepararlo adecuadamente para ser un duro rival en las competiciones más destacadas del motor. Para ello ensanchó notablemente el eje trasero, mejoró los componentes de la suspensión (brazos de aluminio y muelles de titanio) y aligeró el peso gracias al uso de la fibra de vidrio en la carrocería. Además, su parte trasera recibía un enorme alerón capaz de aportar grandes cantidades de carga aerodinámica y flujo de aire a su vigoroso intercooler.
Para el motor se recurrió a un propulsor de seis cilindros bóxer con una cilindrada de 2.1 litros, bancada de magnesio, válvulas de titanio e inyección firmada por Bosch. El principal protagonista era un turbocompresor KKK de grandes dimensiones que permitía extraer potencias superiores a los 500 caballos. Toda esa energía se transmitía a las ruedas traseras a través de una transmisión manual de cinco relaciones.
Porsche apenas construyó cuatro ejemplares del RSR antes de centrar sus esfuerzos en el 935 de cara a la temporada de 1976. De los cuatro, dos pertenecen a colecciones privadas, y el otro se encuentra en el museo de la propia marca. Por tanto, el único que queda es esta unidad (R13) que será subastada en un evento celebrado en Amelia Island por Gooding & Company.
El precio que tendrá que pagar aquel que quiera poseer una autentica leyenda de Porsche y un vehículo que se alzó con el segundo puesto en Le Mans en el año 1974 o en las Seis Horas de Watkins Glen, se estima que puede ir desde los 6 hasta los 8 millones de dólares. Sin duda, una auténtica joya al alcance de muy pocos.
Especialista en temas de motor y tecnología. Apasionado de la mecánica y las cuatro ruedas desde niño, ahora trato de transmitir mis experiencias a todo aquel que disfrute con el olor a gasolina, la velocidad, el placer de conducir, el diseño y el sonido de esos motores que nos ponen los pelos de punta