De la carta de presentación del Infiniti Q50 se desprende que es el primer modelo del mundo con control electrónico de la dirección o que tiene doble pantalla táctil en la consola central totalmente configurable con parámetros como la autonomía, una brújula o un medidor de fuerzas G. Pero más allá de estas interesantes propuestas para el cliente de la marca, el Q50 destaca por la dinámica que tiene y de la que ha sido responsable directo Sebastian Vettel, el ya tetracampeón del mundo de Fórmula 1 que compite con Red Bull Racing. Nombrado como Director de Prestaciones de Infiniti, Vettel ha afirmado que “la suspensión es la de un vehículo deportivo que, combinada con la dirección, otorga una muy buena respuesta”. Con esta declaración ya puedes hacerte una idea de que en marcha, el Q50 no defrauda; va literalmente pegado al asfalto.

Pero antes, esta berlina que rivaliza con 'todopoderosos' como Audi A4, BMW Serie 3, Mercedes Clase C, Volvo S60 o Lexus IS, llama la atención por su espectacular diseño exterior. Alfonso Albaisa, el máximo responsable del diseño de la marca, incide en que esta berlina hereda rasgos de los prototipos vistos con anterioridad en los salones. Por ejemplo, los faros se inspiran en los del Etherea, el pilar C procede del Essence, la parrilla tridimensional de doble arco toma forma de nuevo del Etherea o la configuración de los mandos levemente girados hacia el conductor del Emerg-e.

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Una vez que hemos repasado también su línea interior, en la que apreicamos una calidad de terminación exquisita, nos vamos de ruta con una de la dos versiones iniciales disponibles: el Diesel 2.2d de 170 caballos. Para el fabricante, es la primera vez que se utiliza un motor de cuatro cilindros en alguno de sus 'buques insignia'. Acelera de 0 a 100 kilómetros/hora en 8,7 segundos, su punta es de 231 kilómetros/hora y el consumo, el gran beneficiado, homologa 4,4 litros a los 100, con 114 gramos/C02 por kilómetro recorrido, por lo que no paga impuesto de matriculación.

Muy suave en su funcionamiento, el cambio automático de siete velocidades opcional de nuestra unidad de pruebas se muestra como un gran aliado para viajar. Su salto de relaciones apenas se aprecia en conducción tranquila, aunque sí se notan más cuando aceleramos a fondo, momento en el que vemos que la aguja del cuentarrevoluciones se estira por encima de las 3.500 vueltas (y sin activar el modo Sport). En autopistas y autovías, a 120 kilómetros/hora, el cigüeñal gira a sólo 1.900 revoluciones. Esto se traduce en un una rumorosidad muy reducida, además de que se ha optado por emplear mayor cantidad de material fonoabsorbente para comodidad de los ocupantes, que sólo oirán (y poco) la rodadura.

Al margen del 2.2d, está disponible el Q50 3.5 Hybrid. Tiene 364 caballos, su consumo medio es de 6,2 litros y acelera de 0 a 100 kilómetros/hora en 5,1 segundos. La velocidad máxima es de 250 kilómetros/hora. Esta variante la disfrutamos desde las plazas posteriores, con un gran confort de marcha. Desde esta zona, comprobamos el mimo con el que el Q50 trata a sus pasajeros.

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Dentro del equipamiento que cuenta este Infiniti, destaca el sistema dual de pantallas táctiles de la consola central (la superior es de ocho pulgadas y la inferior, de siete) con conectividad InTouch, con acceso directo al correo electrónico y a aplicaciones descargables a través de un store habilitado. Otros dispositivos interesantes son el Direct Adaptive Steering o el Control de mantenimiento de carril activo. El primero de ellos elimina la barra de dirección sustituyéndola por tres pequeños motorcillos que hacen de la misma (y que en la práctica se traduce en movimientos más rápidos y el adiós a los golpes de la transmisión en baches, como bien comprobamos). El segundo se apoya en una cámara que detecta el carril en el que se circula y, en caso de desviamiento, nos 'recoloca' de forma automática.

El Q50 ya se encuentra en los 15 concesionarios que la marca tiene distribuidos por España a un precio de partida de 34.900 euros para el motor 2.2d de 170 caballos. El 3.5 Hybrid de propulsión trasera arranca en 53.900 euros, mientras que esta misma mecánica con tracción integral cuesta 61.120 euros. El Diesel tiene cuatro acabados –disponibles con cambio manual o automático– mientras que el Hybrid, dos.

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