La DGT ha puesto en marcha dos nuevos radares Pegasus con los que controlar la velocidad desde el aire. Se unen a los seis con los que ya contaba y permitirán a sus siete centros territoriales cubrir todas las carreteras con los helicópteros que incorporan estos dispositivos. El refuerzo se produce en paralelo a la confirmación del repunte de los desplazamientos en julio: los 39.240.000 contabilizados representan un 8 % más que en 2014.

Los radares comparten el mismo sistema de funcionamiento del resto: su cámara integrada posee un software capaz de compaginar la medición de la velocidad con la captación de infracciones de otros tipos, como no respetar la distancia de seguridad o no llevar puesto el cinturón o el casco.

En las 1.576 horas de vuelo que acumulan, los Pegasus han detectado 8.644 conductores circulando por encima de la velocidad permitida de los más de 31.000 analizados. La cifra más alta registrada corresponde a 240 km/h en un tramo limitado a 120 km/h, cuando el exceso medio general ronda los 30 km/h.

Un Pegasus captó un caso similar ayer cuando localizó a un automovilista, un varón de 31 años según las autoridades, conduciendo a 218 km/h en la autopista madrileña R-4, cuya restricción también asciende a 120 km/h. El vehículo, un Porsche Panamera blanco con placas francesas, fue descubierto en el kilómetro 31 en sentido Toledo.

Cuando la Guardia Civil lo detuvo cerca de Seseña, los agentes vieron que detrás iba un niño de ocho años con silla infantil pero sin retenciones de seguridad. Se le imputa un delito contra la seguridad vial que puede implicar retirada del permiso de conducir de uno a cuatro años, una multa o trabajos comunitarios.

Los datos que manejan la DGT y la Dirección General de Movilidad y Transporte de la Comisión Europea coinciden en atribuir a la velocidad demasiado elevada una de las principales causas de la siniestralidad en las vías públicas.

Europa afirma que influye en el 30 % de los accidentes mortales y la DGT lo achaca al 16 % de los que se produjeron en nuestro país en 2014. La OMS advierte asimismo su relación con los atropellos: a partir de los 80 km/h está demostrado que resulta casi imposible evitarlos.