Cuando hablamos de carreras de aceleración nos encontramos con todo tipo de modelos modificados que tratan de exprimir todos y cada uno de sus caballos, extraídos de unos propulsores con potencias que pueden superar fácilmente los 1.000 CV. Sin embargo, no todo es la potencia sino la forma de transmitirla al asfalto.

Ya sea por la suspensión, neumáticos o sistema de tracción, la diferencia existente a la hora de trasladar toda esa energía sobre la pista puede jugar un papel trascendental y el mejor ejemplo de ello lo tenemos con una drag race protagonizada por un vehículo que ha recibido importantes modificaciones en su propulsor, un Dodge Viper, y otro que no ha necesitado de ningún tipo de mejora para enfrentarse al deportivo americano, un McLaren 720S.

Sobre el papel, los 1.150 CV que entrega el bloque V10 de 8.4 litros son muy superiores ante los 720 CV del modelo británico, por lo que sería fácil pensar que dicha diferencia de potencia es más que suficiente para proclamar vencedor al Viper. Sin embargo, como hemos dicho antes, el enorme par motor que generan los diez cilindros no puede ser digerido de manera eficaz por el eje trasero del coche y ello supone una gran desventaja para la carrera.

En total, veremos tres carreras, dos de ellas desde parado, las cuales no resultaron todo lo sencillas que imaginaba el conductor del Viper, con la tercera y última presentándose como la mejor oportunidad para exprimir todo el potencial del deportivo americano en movimiento. ¿Será el V8 de 4.0 litros del 720S lo suficientemente potente como para batir a la bestia de Dodge? El resultado final está en el siguiente vídeo.

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Borja Díaz

Especialista en temas de motor y tecnología. Apasionado de la mecánica y las cuatro ruedas desde niño, ahora trato de transmitir mis experiencias a todo aquel que disfrute con el olor a gasolina, la velocidad, el placer de conducir, el diseño y el sonido de esos motores que nos ponen los pelos de punta