El diésel vive una situación de incertidumbre sobre todo debido a los últimos escándalos de dispositivos manipulados –dieselgate–, al cambio de normativa para la medición de sus emisiones y sobre todo más recientemente, debido a las restricciones de acceso de vehículos con esta motorización al centro de ciertas grandes ciudades, incluso algunas de ellas han anunciado su prohibición total en un futuro a medio plazo.

Todo esto ha provocado mucha incertidumbre y un claro cambio de tendencia en el mercado como se ha comprobado en las cifras de ventas de 2017, dado que como señalan desde la propia Arval –empresa que acaba de presentar el llamado libro blanco del diésel, “Despejando dudas acerca del diésel. Un vistazo a su futuro: enfoque y soluciones"– este combustible representa más de la mitad de las matriculaciones de turismos y vehículos comerciales ligeros en Europa.

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Ante esta situación se plantean algunas preguntas que han sido analizadas en el citado informe. En primer lugar hay que señalar la rentabilidad de este combustible desde lo que se denomina Coste Total de Mantenimiento –TCO por sus siglas en inglés– y que engloba no solo el coste del combustible propiamente dicho sino también otras variables compro ejemplo los impuestos.

En la mayoría de los casos, el diésel es una opción válida para los conductores que realizan mucho kilometraje, y eso seguirá siendo así durante varios años, si bien desde Arval señalan la viabilidad de otros combustibles, si por ejemplo los recorridos no suponen muchos kilómetros diarios.

Uno de las incertidumbres que más preocupa a los conductores de este tipo de vehículos es si se restringirá o se prohibirá la circulación de vehículos diésel en el centro de las ciudades tal y como se está llevando a cabo actualmente ante situaciones de elevada contaminación.

En lo referente a los impuestos hay que tener en cuenta que los vehículos diesel pueden dar lugar a tasas adicionales en el futuro.

En este sentido según Arval es probable que se endurezcan estos criterios, sin embargo aún hay poca uniformidad en Europa –incluso dentro de la propia España también– en este sentido con respecto a los criterios de acceso y a los vehículos que se ven afectados. Cualquier endurecimiento en este sentido en cualquier caso será lento, no antes de 2025.

Otro de los aspectos que influye a la hora de elegir un tipo de vehículo u otro es el relacionado con los impuestos. ¿Se incrementarán? Por el momento, al menos 20 países de la UE aplican algún tipo de impuesto asociado al CO2 para las flotas de vehículos diésel.

En muchos países, ya existen incentivos fiscales para vehículos con emisiones muy bajas (<76 g/km), que actualmente son en todo caso eléctricos (puros o híbridos enchufables).

Ante esta situación ¿es mejor seguir con el diésel o cambiar?

La respuesta a esta pregunta depende de muchos factores. Desde el punto de vista de las emisiones y medioambiente, el diésel es claramente más contaminante que la gasolina, si bien en lo que afecta estrictamente a las emisiones de dióxido de carbono, estos suelen ser claramente más eficientes en términos de combusstible que sus equivalentes de gasolina.

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En lo referente a los impuestos hay que tener en cuenta que los vehículos diesel pueden dar lugar a tasas adicionales en el futuro.

Por último, desde Arval señalan que hay que plantearse detenidamente la idoneidad de los vehículos enchufables (ya sean eléctricos puros o híbridos PHEV) sin perder de vista el posible acceso a las instalaciones de recarga, la autonomía en modo eléctrico y el tipo de utilización. Para alguien que realice un kilometraje anual relativamente bajo y cuyos trayectos sean mayoritariamente locales o urbanos, y no tanto por vías rápidas, quizás la opción de un vehículo de gasolina o enchufable sea más adecuada.