Todos los automovilistas hemos constatado los márgenes, a veces sorprendentemente amplios, entre los consumos que declara la ficha de homologación de nuestro vehículo y los que constatamos personalmente cuando acudimos a repostar. No hace falta echar mano de la calculadora para dividir los litros de nuestro depósito entre los kilómetros realizados y darnos cuenta de que esos ciclos urbano/carretera/mixto de la ficha técnica difieren bastante con nuestro consumo real. ¡Y siempre para más!

Los cambios que se pretenden introducir en estas mediciones son variados y enfocados sobre todo a reproducir las condiciones reales de funcionamiento. Así, por ejemplo, se partiría de la versión más pesada del modelo, y los cambios de marcha se realizarían según el régimen de revoluciones y no manteniendo una velocidad determinada como hasta ahora.

También se va a establecer una prueba de rodaje real con el vehículo, y no con el motor funcionando en el banco de pruebas. El problema es que se han establecido ciclos simulados sobre supuestos poco reales. Por ejemplo, el ciclo urbano dura 195 segundos, repetido cuatro veces, seguido de un ciclo por carretera de 400 segundos con cambios de marchas. En total son 1.180 segundos de test, en el que los ingenieros aplican factores correctores matemáticos sobre las variables de inyección de combustible, aerodinámica, desarrollos de la caja de cambios,… El caso es que los nuevos motores de pequeña cilindrada (downsizing) han incrementado aún más las diferencias entre estos consumos teóricos y los prácticos. Y no solamente los consumos, pues las tasas de emisiones de CO2 van parejas a estas importantes desviaciones.

Es fácil comprender las importantes consecuencias de los métodos de cuantificación por venir, pues no solamente aumentarán significativamente los consumos declarados por los fabricantes, sino también los datos de emisiones, que a partir de 2015 serán gravados a partir de límites muy estrictos, y limitados a un máximo de 95 g/km en 2020.

Otro problema que se le ha planteado al grupo de trabajo de la ONU es ponderar las pruebas de homologación según la región de utilización del vehículo, ya que no en todos los países y continentes se conduce igual. También tendrán que tener en cuenta que la conducción practicada se está haciendo cada vez más conservadora. Limitaciones de velocidad y economía así lo aconsejan.