Tras analizar los datos proporcionados por ANIACAM, el mercado español se encuentra repartido en un 42,9% de coches de gasolina, un 56,9% Diesel y un 0,3% de eléctricos. Para muchos, la brecha entre ambos combustibles puede que siga siendo amplia, pero si lo comparamos con los datos de hace 10 años, comprobaremos el vuelco que ha experimentado el sector. Hace una década, el pastel se repartía en un 31,8% para los modelos alimentados por gasolina y en un 68,2% para los de gasóleo, sin rastro alguno para los eléctricos, o en su defecto, híbridos, que se encuadraban dentro de los primeros. Si vamos por segmentos, las diferencias son todavía mayores. En 2006, de los 301.347 urbanos que se habían vendido hasta entonces –Seat Ibiza o Citroën C3, por ejemplo–, el 48,2% eran gasolina. En la actualidad, ese ese dato se ha revertido y ahora copan el 71,3%. Pero, ¿cuales son las claves de este cambio de tendencia?

1.- Menos averías y más baratas
Entre los compradores ha calado el mensaje de que los propulsores Diesel son más propensos a tener averías, especialmente las relacionadas con los gases de escape y además su mantenimiento es más caro, sobre todo en lo relacionado con la cadena de distribución. A todo ello hay que unir el hecho de que los coches que funcionan con Diesel son, de media, unos 2.000 euros más caros, un importe importante y al que la mayoría de los conductores no llega a rentabilizar con el ahorro de combustible que permite este tipo de mecánicas. Eso, sin contar que seguros, ITV e Impuesto de circulación son más caros.

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2.- La tecnología ha beneficiado su auge
Los conductores se han dado cuenta de que los motores de gasolina han pasado de ser generalmente derrochones a reducir notablemente su consumo. Para ello se han apoyado en las siguientes evoluciones tecnológicas:
- Downsizing: Se refiere a la fabricación de bloques más pequeños. Se logra reduciendo la cilindrada o el número de cilindros.
- Turbocompresores: Son turbinas que giran a altísimas revoluciones, introduciendo aire a mucha presión y consiguiendo mezclas de gasolina más ricas. Gracias a ellos, los motores pequeños no pierden rendimiento.
- Desconexión de cilindros: Técnica que desconecta, por ejemplo, dos de los cuatro cilindros en llano para así ahorrar carburante.

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Getty//Car and Driver

3.- Restricciones a la vuelta de la esquina
Adicionalmente, las restricciones de tráfico a los Diesel son cada vez más frecuentes a causa de sus emisiones. Los gobiernos europeos han comenzado a mostrarse intransigentes ante el tema de la contaminación y ya son varias las ciudades del Viejo Continente, entre las que están Madrid o Barcelona, que han limitado el acceso a vehículos alimentados de gasóleo por sus altas emisiones. De hecho, la DGT ya ha empezado a clasificar al parque español con pegatinas en función de sus emisiones.

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DGT

4.- Calculan su rentabilidad
¿Cuándo es rentable la compra de un coche Diesel? En la red encontrarás calculadoras que lo hacen por ti, aunque todas ellas se basan en la fórmula que te mostramos a continuación. Así, en el caso práctico de una persona que realice unos 17.000 kilómetros al año y haya adquirido, por ejemplo, un Seat Ibiza de 90 caballos con acabado Style, al optar por el 1.4 TDI –18.090 euros, 3,6 litros a los 100 y 1,049 euros/litro– frente al 1.2 TSI –15.930 euros 4,7 a los 100 y 1,164 euros/litro–, tendría que realizar 112.072 kilómetros para amortizar los 2.160 euros de diferencia que existe entre ambos. Si eso lo dividimos entre ese recorrido mínimo anual que podrías realizar, el resultado es que debería pasar nada menos que seis años y medio para que empiece a salir rentable.

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