Sabemos que al circular con nuestro vehículo por la vía pública existe el riesgo de enfrentarnos a las temidas multas. Ya sea por exceso de velocidad, por haber bebido antes de ponenos al volante, o por multitud de motivos -algunos realmente curiosos- que son susceptibles de sanción a ojos de la ley.

Las multas son algo que todos los conductores tenemos en cuenta a la hora de coger nuestro vehículo, siendo conscientes de que si incumplimos la normas podemos enfrentarnos a una sanción que haga daño a nuestro bolsillo y -probablemente- a nuestro carnet por puntos. Sin embargo, a veces esas sanciones pueden ser injustas, o simplemente podemos no estar de acuerdo y recurrirlas, lo cual es siempre más razonable que tomarnos la justicia por nuestra mano.

Está claro que una multa no es plato de buen gusto para nadie, sin embargo, parece ser que en España somos conscientes de las infracciones que cometemos, y cuando nos ponen una multa no solemos protestar ante la ley por ello, pues, según un estudio de Mapfre, solo una de cada siete multas es recurrida por los conductores españoles.

Superar los límites de velocidad, sobre todo en carreteras y autopistas, así como aparcar de forma incorrecta son los principales motivos por los que los clientes recurren las multas de tráfico. Quizás, uno de los motivos por los que no se recurran más multas sea lo costoso del proceso, muchas veces superior al importe de la sanción. Y es que si, por ejemplo, una multa de tráfico de 100 euros se le ha impuesto a un conductor de forma injusta o irregular, para recurrirla deberá de abonar 200 euros y después esperar a que su recurso prospere.