Llevamos mucho tiempo –quizá demasiado– hablando de las impresoras 3D uno de los grandes inventos de esta última década que promete cambiar para siempre el proceso de fabricación de prácticamente todo, incluido el automóvil. Sin embargo, cuando imaginamos un coche impreso en tres dimensiones, todos visualizamos un vehículo de formas simples y proporciones sencillas, prácticamente el que dibujaría cualquier niño en una hoja.
Bien, pues nada más lejos de la realidad porque a día de hoy ya circula por las calles de Los Angeles –California, Estados Unidos– un superdeportivo de avanzado diseño, bajo peso y potencia descomunal. Lo hemos conocido esta semana en el famoso Garaje de Jay Leno, un programa que nos tiene enganchados gracias a hallazgos como éste.
El protagonista de la historia se llama The Blade y es un ejercicio de ingeniería digno de películas de ficción como Minority Report. Poco o nada tiene que envidiar su estudiada carrocería a la de deportivos como el GTA Spano, el Artega GT o el Zenvo ST1, por ejemplo, aunque para como éste añade un toque de personalidad extra con sus dos asientos independientes dispuestos en tándem, es decir, uno detrás del otro.
El conocido bloque cuatro cilindros turbo de 2.4 litros, importado de un Mitsubishi Lancer Evolution, es el encargado de mover a este suoercar en 3D y sus creadores afirman que ha sido potencia con –agárrense– 700 caballos. La cifra es escalofriante en sí misma, pero si tienes en cuenta que este modelo no supera los 630 kilos de peso, entenderás que estamos ante una de las máquinas más demencia les del mundo en estos momentos. Te dejamos con el bueno de Jay Leno y su veredicto.
Experto y apasionado del motor y la comunicación en todas sus formas, recalé en Car and Driver a finales de 2007 y desde 2016 dirijo este site. Periodista de vocación y formación, conservo buenos contactos en el sector y trato de que la información que leas aquí sea la más inmediata, completa y veraz. Pero también realizo pruebas, comparativas, noticias, entrevistas... y en mis ratos 'libres' crío a tres niños pequeños que –con diferencia– es el trabajo más duro de todos los que he hecho jamás.
