El capitán de la Guardia Civil, cuya identidad permanece en secreto, fue fotografiado por un radar móvil cuando circulaba con un Mercedes E 320 a 179 km/h por una carretera limitada a 90 km/h. Los agentes de tráfico no dudaron en sancionarle, emitiendo una sanción de 600 euros y 6 puntos del carnet pero por si todo esto fuera poco, el mando de la Benemérita trató de deshacer el entuerto inculpando a un portugués manco.

Según relata El Confidencial Digital, los hechos ocurrieron ya hace más de seis meses, cuando el capitán accedió a probar el Mercedes de un amigo y lo condujo a alta velocidad por las carreteras de la zona, situada en la mitad norte de España. Al parecer, no tardó en caer en un radar móvil y la multa llegó a manos del propietario del vehículo a los pocos días.

El vehículo figuraba a nombre de un matrimonio que regenta un concurrido bar de la zona y ambos no tardaron en alertar a su amigo de lo sucedido para que se responsabilizada del hecho. Sin embargo, su respuesta fue bastante distinta de lo esperado. El capitán les entregó los 600 euros en efectivo y les pidió que se dirigieran a Tráfico para abonarlos, algo que hicieron posteriormente en la Jefatura Superior de Logroño donde –atención– identificaron como conductor a un pariente suyo de nacionalidad portuguesa, llamado Óscar Lázaro quién, por cierto, perdió parte de un brazo en un accidente de tráfico. Lo hicieron, aseguran, siguiendo las instrucciones que les dio el verdadero infractor.

Por lo que comenta este diario digital, la historia es de sobra conocida en la región pero de momento, las autoridades guardan silencio al respecto.

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Jose Carlos Luque

Experto y apasionado del motor y la comunicación en todas sus formas, recalé en Car and Driver a finales de 2007 y desde 2016 dirijo este site. Periodista de vocación y formación, conservo buenos contactos en el sector y trato de que la información que leas aquí sea la más inmediata, completa y veraz. Pero también realizo pruebas, comparativas, noticias, entrevistas... y en mis ratos 'libres' crío a tres niños pequeños que –con diferencia– es el trabajo más duro de todos los que he hecho jamás.