La red viaria nacional continúa manifestando síntomas preocupantes debido a la situación económica de los últimos años y unas de las grandes olvidadas tras los recortes presupuestarios son las señales. Así lo indica hoy la Asociación Española de la Carretera que ha estudiado la situación de las mismas en su auditoría periódica, que se realiza cada dos años y que en esta ocasión ha arrojado resultados preocupantes.

Según los datos que aporta este estudio, un 26% de las señales verticales de circulación que están instaladas en nuestras carreteras tiene más de 10 años de antigüedad y no garantiza una visibilidad correcta. El problema es muy sencillo, el material reflectante del que disponen estas señales tiene un fecha de caducidad y transcurrido este tiempo, el fabricante no garantiza su visibilidad de noche o en condiciones meteorológicas adversas.

Esta situación se agrava si tomamos en cuenta los parámetros internacionales aconsejados, que recomiendan sustituir as señales transcurridos siete años desde su fabricación. En nuestra carretera, un 37% de las mismas supera esta antigüedad y hasta un 13% tiene más de 15 años.

La AEC alerta de que la caducidad de la señalización vial implica un mayor tiempo de reacción en el conductor que tarda más en interpretar el mensaje e incluso, en ocasiones, puede inducir al error. Como conclusión, su estudio indica que será necesario reponer unas 350.000 señales de código en todo el país durante los próximos años, tanto en la Red de Carreteras del Estado como en la dependiente de las Comunidades Autónomas y Diputaciones Forales.

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Jose Carlos Luque

Experto y apasionado del motor y la comunicación en todas sus formas, recalé en Car and Driver a finales de 2007 y desde 2016 dirijo este site. Periodista de vocación y formación, conservo buenos contactos en el sector y trato de que la información que leas aquí sea la más inmediata, completa y veraz. Pero también realizo pruebas, comparativas, noticias, entrevistas... y en mis ratos 'libres' crío a tres niños pequeños que –con diferencia– es el trabajo más duro de todos los que he hecho jamás.