La irrupción del coche eléctrico ha traído consigo múltiples desafíos, como la creación de infraestructuras para su recarga. Pero todavía quedan muchos otros que apenas hemos empezado a comprender, como por ejemplo su comportamiento en caso de accidente.

Y es que, por desgracia, la siniestralidad en los vehículos eléctricos está tan a la orden del día como lo está en los de combustión. Pero la forma, la fuerza y los efectos de sus impactos son completamente distintos, y hasta casi podría decirse que devastadores. Así lo demuestra un reciente estudio de la Midwest Roadside Safety Facility, un laboratorio de investigación perteneciente a la Universidad de Nebraska (EE UU).

Harán falta quitamiedos más grandes

Allá por los años noventa, esta institución analizó las capacidades de los guardarraíles de las carreteras norteamericanas para absorber impactos de vehículos con una cierta masa. El resultado fue claro: los pick-up y SUV de la época conseguían traspasarlos cuando se estrellaban contra ellos.

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University of Nebraska-Lincoln / YouTube

Décadas después, y en colaboración con el propio Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos, estos analistas han estrellado una pick-up moderna contra un guardarraíl actual a 100 km/h. El vehículo elegido, un Rivian R1T con un peso en torno a los 2.500 kg, ha hecho exactamente lo que ellos esperaban: demostrar que los quitamiedos actuales no sirven para detener un eléctrico de gran tamaño lanzado a gran velocidad.

Como puede apreciarse en el vídeo, el Rivian R1T atraviesa perpendicularmente el guardarraíl sin miramientos, doblándolo para abrir un hueco de tamaño considerable. Y todo ello sin perder apenas velocidad, ya que termina embistiendo también los protectores de hormigón al fondo de la pista de pruebas, desplazándolos algunos metros hasta encaramarse sobre ellos.

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University of Nebraska-Lincoln / YouTube

Que un automóvil sea capaz de atravesar una viga de acero de calibre 12 como si fuese mantequilla se debe, en gran medida, a la peligrosa magia de la energía cinética, la cual aumenta proporcionalmente cuanto mayor es el peso del coche. Por tanto, más allá de la autonomía, la eficiencia o las funciones conectadas, quizá estaría bien introducir la ligereza como prioridad en el diseño y construcción de los automóviles eléctricos, siempre lastrados de más por causa de sus pesadas baterías. Eso sí, en descargo del Rivian estrellado en el experimento, el buen estado de su cabina tras el impacto aventura que, al menos, sus ocupantes hubieran salido prácticamente ilesos.