No fue sencillo, pero lo logró. Daniel Ricciardo parecía tener algún malfario con el circuito de Mónaco, pues tras rozar la victoria en varias ocasiones, por un motivo u otro se le acaba escapando, de tal forma que los tres podios que el piloto logró, le sabían a poco. Esto fue así hasta 2018, cuando, pese a que Max Verstappen parecía ser el favorito, la victoria fue para el piloto australiano.

Victoria con cierta épica, pues falló la parte eléctrica de la unidad de potencia del Red Bull, y tuvo que sufrir para aguantar tras de sí al Ferrari de Sebastian Vettel. Y cuanto más sufrida es una victoria, mejor sabe, por lo que la celebración del australiano fue de las que se recuerdan con el paso de los años.

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Lo que entonces no sabía el australiano, es que sería el último podio que conseguiría esa temporada, y que finalmente, acabó siendo también el último podio junto a Red Bull, el equipo que lo llevó hasta Fórmula 1, donde debutó en 2011. La temporada de Daniel se complicaba por momentos, y el piloto australiano tomó la difícil decisión de dejar un equipo que ganaba carreras por un fabricante que ni optaba a los podios.

Mucho se ha escrito del movimiento de Daniel Ricciardo y de las motivaciones que le llevaron a ello, incluido cierto favoritismo del equipo hacia su ahora ex compañero de equipo, o la imposibilidad que parece mostrar la actual Fórmula 1 para que un equipo que no es su propio motorista, logre un triunfo. Hamilton fue un referente en su decisión, recordando cómo muchos le tomaron por loco por abandonar una McLaren que parecía luchar por victorias, por una Mercedes, que aún estaba muy lejos del nivel que mostró posteriormente.

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Imposible aventurar si Renault dará en un futuro cercano con la tecla que le lleve a la senda de la victoria, pero sin lugar a dudas, sí se puede afirmar que su actual equipo está mucho más lejos de la cabeza que la Mercedes a la que llegó Hamilton, pues el piloto británico ya subió al podio en su segunda carrera con el equipo, y se llevaba el primer triunfo mediado el campeonato, en Hungría.

Daniel, por su parte, en estas primeras seis carreras de la temporada, solo acumula sinsabores. Hasta el Gran Premio de Mónaco, solo pudo sumar puntos en China, donde finalizó séptimo. Y ya en el propio Principado, tras una gran salida y rodar en posiciones privilegiadas, una mala estrategia, le llevó a ceder puestos, y tras un sprint final loable y una sanción a un tercer piloto, cruzó línea de meta en novena posición. En otras palabras, un inicio de temporada que se resumen en ocho puntos, es decir, el mismo nivel que tenía en el Toro Rosso que pilotó en 2013.

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Ricciardo se ha mostrado ansioso por momentos. Su interminable sonrisa se eclipsaba ante la frustración. Episodios como el de Bakú solo consiguen explicarse por una excesiva necesidad de querer demostrar más de lo posible antes de tiempo. Los comentarios criticando la estrategia del equipo en Móanco, tampoco le ayudan en exceso, y nos recuerda lo mil veces comentado con anterioridad, de que todos somos simpáticos cuando ganamos, y mucho menos simpáticos cuando la cosa se tuerce.

Mientras es fácil pensar que esta Red Bull Honda, que perfectamente podría haber sido un desastre, va a ir hacia arriba, pues es lo que el equipo de la bebida energética ha logrado año tras año, Renault parece haber dado un paso atrás. Tras asentarse en la cuarta posición del mundial de constructores en 2018, luchando con Haas, en este 2019 el fabricante es octavo con solo 14 puntos conseguidos, solo uno más que Alfa Romeo, algo que no habla muy bien del equipo, recordando lo calamitoso de esta Williams.

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En Renault aseguran haber solucionado los problemas de motor que tanto ha mermado la fiabilidad en este comienzo de temporada, pero también es un discurso escuchado en otras ocasiones y en el que ya cuesta confiar. Mientras tanto, es obvio que su objetivo de acercarse a Red Bull ha quedado muy lejos.

El movimiento elegido por el australiano, no está arrojando los mismos frutos que le dio a Lewis Hamilton, y hasta la fecha, acumula más tragos amargos que sonrisas interminables, aquella que, con permiso de la sesión de clasificación del Gran Premio de México, no muestra desde hace un año, con su victoria en el Gran Premio de Mónaco.

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