La FIA dejó clara sus intenciones cuando apenas unos minutos después del accidente de la salida del Gran Premio de Bélgica, en Spa-Francorchamps. Había que señalar que el ‘halo’ había salvado la vida de Charles Leclerc. Desde primeros planos de la pieza con marcas de neumático hasta las declaraciones realizadas tras la carrera.

No hacía falta una investigación más exhaustiva, el hecho de que el neumático hubiese golpeado el ‘halo’, era prueba más que suficiente de su efectividad, a pesar de que este elemento de seguridad abarca una zona mucho más extensa que la del casco, por lo que rápidamente arrancó la herramienta de propaganda.

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No se trata de debatir si el ‘halo’ fue más o menos efectivo, si el piloto hubiera recibido un golpe o no sin él, sino más bien de las necesidades y prisas mostradas por FIA y Fórmula 1. No hay que olvidar que el ‘halo’ fue un elemento impuesto casi a última hora para la Fórmula 1 en 2018, con equipos contrarios a una implementación tan tardía, y con aficionados muy críticos por su cuestionable estética.

Estaba claro que la FIA tenía prisa por apuntarse un tanto, y que por feo que resulte decirlo, esperaba un accidente de este tipo como agua de mayo, el accidente que al fin demostrase que ellos tenían razón, como si aún hubiese muchas facturas pendientes por el camino.

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Desde entonces, la propaganda no ha parado. Notas de prensa de la propia Fórmula 1 alabándose. El presidente de la FIA dándose bombo a través de redes sociales. E incluso una reunión entre Todt y Whiting, con la interesada presencia de Charles Leclerc, representado por el hijo de Todt, como si el afectado pudiera aportar algo al respecto. Politiqueó y autobombo que poco tiene que ver con la competición.

Más deleznable resulta quizás las declaraciones realizadas por Charlie Whiting, afirmando que la alternativa desarrollada por la Indycar, y que ha tenido mejor aceptación entre los aficionados que el ‘halo’ de la Fórmula 1, no hubiera sido tan efectivo. El director de carrera de la Fórmula 1 y alto cargo de la FIA, incluso se aventura a lanzar datos, asegurando que el ‘windscreen’ apenas hubiera tenido el 10% de efectividad del ‘halo’, sin argumentar de dónde salen esos números o en qué se fomenta su discurso. Es así, porque lo digo yo. Algo muy criticable cuando eres firme precursor e instigador de la otra medida, y especialmente cuando estás al frente de una organización que no busca derrotar a otros, sino simplemente el bien del automovilismo.

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Whiting continúo su discurso sacando a colación los accidentes de Dan Wheldon, en 2011, y el reciente de Robert Wickens, los cuales fueron terroríficos por el efecto de las vallas que delimitan la pista, y donde el ‘halo’ difícilmente hubiera evitado que el piloto canadiense se rompiera prácticamente todos los huesos de su puerto, fruto de la deceleración masiva.

Uno no puede evitar preguntarse por qué la FIA ha decidido tomar este camino, dejando de lado en apariencia el bien común, para ir rápidamente al de apuntarse tantos por decisiones que fueron impuestas y de las que jamás se dio la opción de alternativas, por lo que deberían estar fuera de debate. Y precisamente, por qué la organización que debe velar por mejorar el automovilismo, se lanza a desprestigiar sin mayor argumento que unos números fríos el que puede ser la gran alternativa al ‘halo’.