Lewis Hamilton llegó al Gran Premio de Australia más concentrado que nunca, con un plante serio que rozaba por momentos la chulería e incluso la grosería. Pareció que la temporada 2017 le puso sobre avisto, y el británico no estaba dispuesto a comenzar 2018 de la misma manera.

La agresividad en Hamilton en sala de prensa a la hora de contestar preguntas, e incluso contestar a Vettel, coincidía más con la actitud de un piloto frustrado y falto de resultados que con la de alguien que ha conquistado tres títulos de campeón del mundo en cuatro años.

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En aquél Gran Premio de Australia, Mercedes tenía claramente el mejor coche, y Hamilton consiguió una pole position excepcional. La carrera sería harina de otro costal y un coche de seguridad virtual en el momento idóneo propició la victoria del que es su gran rival en la actualidad. Hamilton pareció encajar la derrota de buena manera, quizás con la seguridad que te da el saberte poseedor de un vehículo superior.

Pero llegó Bahréin, y Ferrari sorprendió con un ritmo espectacular que le hizo conseguir la pole position, y que de no ser por el desafortunado incidente en boxes, bien podría haber significado un doblete. Hamilton, que tuvo que sancionar al sustituir la caja de cambios, pudo amarrar la tercera posición, salvando los muebles en una situación complicada.

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Y entonces, China. Mercedes comienza dominando y parece que nadie consigue hacerle sombra a Lewis Hamitlon. Hasta que llega la hora de la verdad, y Ferrari no solo derrotaba a los alemanes en clasificación, sino que sacaba una diferencia que en la era híbrida solo se había visto a la inversa, de Mercede hacia los demás. Hamilton no estuvo fino, no realizó una buena clasificación, abortó su intento y fue superado por su compañero de equipo, lo que ya limitaba sus opciones en carrera.

Bottas realizaba una buena salida y la estrategia le colocó líder de carrera, mientras Hamilton no lograba meterse en zona de podio, intentando algo diferente. La locura del coche de seguridad tapó algo pocas veces visto con anterioridad, el mejor ritmo de Bottas a final de carrera que el de un Hamilton que rodaba en tierra de nadie.

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El máximo favorito a ganar el título mundial, ha comenzado de forma negativa. No ha conseguido ganar en ninguna de las tres carreras, un comienzo de temporada que recuerda al de 2016, donde su primera victoria fue en Monaco, y donde el título se lo acabó llevando Nico Rosberg. Por primera vez en la era híbrida, Mercedes no ha ganado ninguna de las tres primeras carreras, y empiezan a verle las orejas de lobo.

Hamilton no gana desde el Gran Premio de Estados Unidos del pasado año. Seis carreras si subirse a lo más alto del podio, un bagaje inesperado para el que se presupone que es el piloto más completo de la pareja que pilota el considerado mejor coche de la parrilla. Cierto es que 2017 tampoco comenzó de manera soñada y el británico consiguió revertir la situación. Pero tanto va el cántaro a la fuente que…