Sería correcto afirmar que la Fórmula 1 es un ente vivo. Un campeonato en continua evolución donde no hay equipo que no introduzca pequeños cambios carrera a carrera. Una de las cosas que más llega a sorprender de hecho, es como un equipo con un muy buen vehículo puede perderse en sus evoluciones y poner en pista un monoplaza peor que el anterior.

De igual forma, sorprende cómo se repiten errores pasados o cómo se regresa a problemas ya solucionados, tal y como le ha ocurrido a Mercedes recientemente. El actual campeón del mundo de Fórmula 1, ha visto en los últimos años como Ferrari le recortaba terreno, hasta el punto de que verdaderamente pasaron apuros en 2018, especialmente en la primera mitad del año.

Por este motivo, los alemanes han tenido que rizar el rizo en el diseño de su monoplaza, tomando ciertos riegos para tratar de mantener su dominio en la categoría absoluta. Esto, les hizo tener un monoplaza con una zaga increíblemente compacta, positivo a priori, pero con unos contratiempos fácilmente identificables, como es el de los problemas de refrigeración.

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Problemas que no pillaron por sorpresa a Mercedes, que ya sabía de sus limitaciones, ya que los radiadores diseñados, simplemente carecen del tamaño adecuado para refrigerar el monoplaza en condiciones de temperatura alta, como la que se encontraron en el último Gran Premio de Austria.

Ni las máximas aberturas posibles en la carrocería consiguieron mitigar los problemas de temperatura, por lo que los pilotos se vieron obligados a realizar un ostensible ‘lift and coast’, haciendo así que el motor no trabaje durante un periodo largo de tiempo, y disminuya así su temperatura.

Mercedes sopesó los pros y los contras de este diseño, y decidieron apostar por esta característica, a sabiendas de que se podría sufrir en algunas carreras generalmente calurosas, como acostumbra a ser España o Hungría e incluso Singapur. Otras, como pueda ser Austria o Gran Bretaña, serían una ruleta, e incluso Monza.

Este diseño del W10 no puede ser corregido en la presente temporada, o dicho de otra manera, la suerte está echada. Desde luego, con la ventaja acumulada hasta la fecha, resulta complicado sentenciar que no ha sido un diseño acertado.