No es ninguna novedad que la cultura japonesa dista enormemente de la europea. En Japón, los ingenieros de Honda se toman las decepciones como un gran deshonor hacia su marca y los tres años junto a McLaren fueron una muestra del mal trabajo que el motorista ha llevado a cabo desde su regreso a la Fórmula 1 como motorista.

Su ruptura con el equipo británico y alianza con Toro Rosso abrió un nuevo capítulo de redención para el fabricante nipón. La presión era menor y las primeras muestras de mejora se han producido en las primeras carreras de 2018. No es ni mucho menos un cambio radical, pero si una ventana de esperanza para Red Bull, quienes todavía negocian su motor de 2019.

El primer gran resultado de la relación Toro Rosso-Honda llegó antes de lo previsto, en Bahréin. En la cita nocturna, Pierre Gasly consiguió un sorprendente cuarto puesto al que ni los propios ingenieros japoneses conseguían dar una explicación certera, especialmente tras las siguiente pruebas, donde su rendimiento volvió a estar en la zona más intermedia de la parrilla.

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El piloto francés revela que su resultado en la segunda carrera emocionó al presidente de Honda. “Lloró y los japoneses no suelen llorar a menudo. El vicepresidente estuvo en Mónaco y están muy contentos”, comenta Gasly a Motorsport.com. El galo reconoce que su cultura es diferente, pero aprovecha lo aprendido en su paso por la Fórmula Japonesa. “Me ayuda a entender cómo trabajan los japoneses. Los ingenieros me apoyan mucho”, añade.

Honda continúa trabajando para entregar la máxima potencia posible. En Canadá estrenarán su motor actualizado. “Seguimos teniendo pequeños déficits en el motor, por lo que trato de motivarlos. No soy ingeniero y no sé que necesitamos para que funcione. Lo que puedo hacer es motivarlos, concluye el francés.