No hay duda de que Lewis Hamilton es uno de los pilotos más talentosos de las últimas décadas. Prueba de ello es su recién conquistado cuarto campeonato del mundo, aunque ese talento ya lo demostró desde las categorías inferiores y, especialmente, en su año de debut con McLaren en 2007, donde –con ayudas o no del equipo- puso contra las cuerdas a Fernando Alonso.

Sin embargo, el británico no era completamente feliz en esa época. El piloto de Mercedes reconoce que dentro del coche se sentía muy a gusto, aunque fuera de él, en la vida real, asegura que no se sentía completo. Además de su corta edad, culpa de ello recaía, en parte, en la rigidez que el equipo británico imponía sobre su joven estrella.

"Cuando pienso en cómo me sentía hace años, me imagino atado e incapaz de moverme", afirma Hamilton a Sportweek. "Para mí era suficiente estar en F1 y me decía que era el mejor trabajo del mundo. Pero fuera del coche, no me sentía bien, no me sentía completo. Solo estaba usando el 10% de mi potencial", añade.

"Fuera del coche no me sentía bien, no me sentía completo"

Sin embargo, todo cambió tras su fichaje por Mercedes. Hamilton se liberó, y desde entonces es habitual verlo rodeado de famosos o viajando semana tras semana en su avión privado a lo largo de todo el mundo. Con su excéntrico estilo de vida, el británico ha conseguido conectar con cierta parte del público que apenas mostraba interés por las carreras y le ha convertido en uno de los personajes más populares del mundo.

"A menudo olvidamos que no vivimos para siempre y que la vida es corta. No me gusta perder un minuto. Tengo miedo de extrañar algo, así que hago que mis días sean muy largos", concluye.