Eurosport ha experimentado un gran aumento de la audiencia durante las últimas 24 horas de Le Mans respecto a ediciones anteriores. Un aumento cifrado en 34% cuando la cadena no ha cambiado su política de canal de pago ni ha tenido una expansión territorial, por lo que la cifra de casi 15 millones de especadores, llama la atención.

Llama la atención porque precisamente esta edición no ha contado con ningún aliciente especial. No se estrenaba ningún vehículo más allá de la inadvertida e irrelevante actualización de los LMP2. No estaba Audi ni su gran promoción, no estaba Nissan y apenas había seis LMP1, esos vehículos que asombran por su tecnología, y este año ningún piloto de renombre había aterrizado en la categoría, como antaño pudieron hacer Nico Hulkenberg o Mark Webber (la presencia de Barrichello pasó bastante inadvertida).

Ni siquiera se puede decir que fuese una edición especialmente emocionante en la lucha por la victoria absoluta, pues los respectivos líderes se fueron eliminando a causa de los fallos mecánicos, y aunque en GT la lucha fue formidable, suele quedar en segundo plano en la relevancia televisiva.

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Por este motivo, uno no puede evitar relacionar ciertos acontecimientos ocurridos este año en el mundo del motor. Las 500 millas de Indianápolis, desafortunadamente ignoradas en Europa, crecieron en atención de forma inimaginable gracias a la participación de Fernando Alonso, que atrajo a un público que acostumbra a estar centrado en la Fórmula 1.

Dicho publico jamás había visto una carrera en óvalo y les horrorizaba la idea de pensar en un evento de cuatro horas con coches dando vueltas en círculos. Sin embargo, lo probaron, y muchos de ellos entendieron al, habitualmente calificado de loco, público americano, que lleva disfrutando de estas pruebas más de 100 años. Fueron muchos los aficionados que quedaron encantados, que se les abrió esa vena de “hay más cosas” aparte de los siempre referentes Fórmula1 y MotoGP.

Solo así consigue uno explicarse tal aumento en las audiencias en un año en el que, de nuevo, no pasó nada excepcional ni la carrera fue especialmente emocionante en términos de lucha absoluta. En ocasiones solo se necesita un pequeño empujón para captar nuevos aficionados, para que esos aficionados, amantes potenciales del Motorsport se den cuenta de lo apasionantes que pueden resultar las distintas categorías del motor, y sin duda, Fernando Alonso y su participación en las 500 millas de Indianápolis han puesto su grano de arena en ello.