Red Bull se mostró fuerte en Australia. El equipo eligió una estrategia que a priori le iba a dejar en una posición ventajosa a la hora de luchar por un podio. Max Verstappen solo tenía que hacer una de sus habituales salidas y ganar alguna posición. Sin embargo, el neerlandés eligió mal y se vio arrinconado por Raikkonen, dejando la puerta abierta a un astuto Kevin Magnussen que le acabó ganando la posición.

El equipo presionó a Verstappen para que adelantara al Haas si no quería que su estrategia se viese comprometida, lo que hizo que Max forzara la máquina, teniendo algún susto y quizás mordiendo pianos en exceso, lo que posiblemente ocasionó el daño que más tarde identificó el equipo.

Y es que Max notó el vehículo muy nervioso además de quejarse de sobrecalentamiento en las gomas. Todo esto culminó con un trompo en la curva tres que milagrosamente le permitió continuar en carrera sin daños. Eso sí, Max, conocido por su habilidad al adelantar, no fue capaz de sobrepasar a ningún rival, acabando en una sexta posición que sabe a poco.

Desde el equipo excusan el rendimiento del neerlandés. “Tuvo algo de daño en el fondo plano en la vuelta cuatro o cinco, comprometiendo significativamente el rendimiento de su vehículo”, explicó Christian Horner al término de la carrera.

“Tuve problemas con las sensaciones del vehículo. Creo que sufrí daño en la vuelta cuatro o cinco. No estoy seguro de cómo fue porque no tuve ningún contacto ni golpeé ningún piano con fuerza. Cuando salí del coche pude ver algo de daño, algo roto, así que habrá que investigar qué ocurrió., explicó Max Verstappen.