Uno de los ingenieros más experimentados dentro de la Fórmula 1 en estos momentos es Pat Symonds, ingeniero de Williams que ha tenido la oportunidad de trabajar con Fernando Alonso, Michael Schumacher o Ayrton Senna. Probablemente sea una de las personas más adecuadas para hablar y, sobre todo, comparar los distintos monoplazas de cada época. El británico comparte la visión de muchos aficionados y considera que los coches son bastante más fáciles de pilotar.

Symonds tiene a toda una joven promesa en su equipo actual y él confía mucho en Valtteri Bottas para que en un futuro sea campeón del mundo. Sin embargo, el director técnico de Williams admite que es un objetivo más asequible de conseguir en estos momentos. "Creo que los coches de hoy en día son más fáciles de pilotar y eso es debido a varias razones", ha opinado en UOL.

Symonds no ha querido infravalorar a los pilotos actuales, pero sí que ha puesto en un altar a los pilotos de la década de los 80. "Si comparamos el efecto suelo de los coches de antes con los actuales, por ejemplo, es imposible porque los coches de la década de los 80 eran 'animales'. También trabajé en la era turbo, en la que la potencia venía cuando pulsabas un botón. Acelerabas y no pasaba nada hasta que la potencia venía de golpe. Esos coches sí que eran complicados y AyrtonSenna sabía cómo tratarlos", ha alabado.

Pero no solo el papel de los pilotos ha variado, sino también el de los ingenieros, ya que están mucho más preparados e involucrados. "Lo que ocurre es que, como los ingenieros son mejores y se las arreglan para hacer los coches más eficientes, los coches se convierten en más fáciles de pilotar. Por ejemplo, ¿cuántas veces vimos en el pasado que un piloto se retiraba por poner una marcha equivocada? Esto ya no pasa", ha explicado Symonds.

Además, los pilotos de hoy en día ya no están tan involucrados en el desarrollo del coche y eso permite a los ingenieros tomar el mando de prácticamente todo. "Por supuesto que el piloto está menos involucrado en el desarrollo, simplemente porque la ingeniería se ha convertido mucho más sofisticada. Podemos controlar la mayoría de las cosas, pero todavía existe un área en la que no podemos entrar, que es la interacción final entre el hombre y la máquina. Ahí es donde aparece el piloto. En varias ocasiones, los pilotos nos cuentan que prefieren una configuración que no tiene sentido para nosotros, pero hay que respetarlo", concluye.