Desde que ingresarán en la Fórmula 1 y, pese a que en cada año se han ido experimentando mejoras, cada año se repite la misma historia. Haas ya es un habitual de la zona media y ha puntuado en multitud de carreras por lo que ha sido capaz de evitar destinos como los de los ya extintos HRT, Marussia-Manor o Caterham. Pero cada año empiezan de forma muy esperanzadora y siempre se acaban desplomando.
La temporada 2019 no ha sido una excepción y tras un buen arranque, errores humanos a parte, cada fin de semana que se iba descontando en el calendario ha supuesto un deterioro en el rendimiento de los coches pilotados por Romain Grosjean y Kevin Magnussen. El GP de Francia ha sido la máxima expresión de ese dato con ambos monoplazas de Haas lejos de los puntos.
La situación está empezando a descontrolarse, más con un Romain Grosjean que hace poco más que quejarse por la radio y un Kevin Magnussen que tuvo que ser regañado por el mismísimo Gunther Steiner a través de la radio en el GP de Canadá. La sensación es que el equipo no sabe por dónde tiene que navegar y que no son capaces de encontrar actualizaciones que potencien los puntos fuertes de su monoplaza.
“Creo que desde mi lado del coche no estuvimos finos. La única comparación que tienes es la de tu compañero de equipo y estuve por delante de él. Así que estuve contento con mi ritmo de carrera”, explicaba un Romain Grosjean alicaído sobre el pasado GFP de Francia en el que, pese a que fue el mejor de los Haas, no pudo estar satisfecho de el resultado de su carrera local.
Además, el piloto francés, desveló la pura y cruda realidad que vive el equipo de Gene Haas: “Pero fui lento y no sabemos por qué. No hay ninguna obviedad al respecto en el equilibrio del coche, pero los tiempos de vuelta simplemente no son buenos.” Sin lugar a dudas, el GP de Austria, que debería presentarse como una oportunidad para redimirse, se antoja como una nueva losa en el camino que está suponiendo esta temporada 2019.
