En el Motorsport clásico han sido fácilmente identificables dos filosofías. Todos con el mismo vehículo, naciendo las copas monomarca, o hazlo lo mejor que puedas, como la propia Fórmula 1, con los problemas de sobra conocidos al ser un potencial pozo sin fondo de dinero.

A medio camino entre ambas propuestas nació la ‘Balance of Performance’, herramienta perfecta en teoría, pero rara vez justa a la hora de llevarla a la práctica. Esta BoP trata de igualar de forma artificial el rendimiento de los distintos vehículos, modificando distintos parámetros, generalmente concentrados en el peso, la cantidad de combustible o entrada de aire, así como en el tamaño de ciertos elementos aerodinámicos.

Sobre el papel, es extremadamente sencillo. Si tu vehículo es demasiado rápido, te añado peso para que vayas igual de rápido que los demás. Esto plantea un problema que hasta el aficionado más casual podría fácilmente atisbar. ¿De verdad ese vehículo es más rápido o es debido a otros factores?

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La ‘Balance of Performance’ ha permitido disfrutar de una era dorada en el mundo de los GT’s, pues raro es el fabricante que no se ha sumado a la fiesta con lo que tenía por casa, minimizando la inversión. Los turismos no tardaron en seguir el mismo camino, con los reglamentos TCR, y hasta los prototipos han acabado adoptándolo, como ocurre en el IMSA y sus DPi, los cuales permiten configuraciones muy diferentes de motores, al igual que en el WEC y los motores híbridos.

Desafortunadamente, también ha dotado a las categorías donde está presente de un exceso de política, con mucho oscurantismo y donde el engaño se volvía un arte de lo más valioso. Aquí es donde entra el mencionado ‘Sandbagging’, ahora usado coloquialmente en el deporte para indicar que alguien está fallando a propósito.

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Es decir, en el mundo de la competición a motor, cuando alguien quiere hacer creer que es más lento de lo que en realidad es. Si consigues engañar al órgano regulador, y estos te premian con más rendimiento, en carrera puedes llegar a tener una suculenta ventaja. Por este motivo, durante los test, nadie muestra su verdadero potencial, y todos juegan al gato y al ratón, especialmente cuando un solo equipo tiene todos los vehículos disponibles.

Ya en el ‘Roar Before’, los equipos que poseen un Cadillac DPi, (en las 24 horas de Daytona hay inscritas seis unidades) avisaron de que especialmente Acura y Mazda estaban realizando esta práctica. Jordan Taylor no dudó en hacer uso de su sentido del humor a través de redes sociales para denunciar la situación.

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Pero IMSA, que posee herramientas para detectar el verdadero rendimiento de los vehículos, siguió realizando distintos ajustes que han ido en detrimento del Cadillac y potenciando tanto a Acura y a Mazda como a Nissan, que habrían intentado ocultar su rendimiento hasta esta definitiva sesión de clasificación.

Este es el motivo por el que Fernando Alonso celebraba a través de Instagram el final del ‘sandbaggin’, pues es cuando todos se han quitado las caretas y han dado el máximo, mostrando lo que de verdad tienen. Y si bien una diferencia de 188 milésimas como la vista entre el Mazda y el Acura es perfectamente aceptable, que el más rápido de los Cadillac, con un ex Fórmula 1 al volante como Felipe Nasr, quede a 748 milésimas, revela un claro fallo a la hora de acotar el rendimiento.

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Cierto es que IMSA se reserva la posibilidad de hacer cambios de última hora, aunque rara vez, por no decir nunca, llevan a cabo cambios entre la sesión de clasificación y la de carrera. ¿Gana entonces el que mejor sabe ocultar sus cartas antes de la carrera? Sí, siempre que lo hagas de una forma que IMSA crea que ha sido casual, porque de mostrar una ostensible mejora en carrera, el campeonato no dudará en sancionarte.

Así ocurrió en unas pasadas 24 horas de Daytona, cuando los Lamborghini GT3 superaron en más de un segundo el tiempo de vuelta en carrera respecto a lo visto en entrenamientos, lo que el campeonato detectó como un fraude, excluyéndolos de carrera. Pero este ha sido el único caso que se puede nombrar, mientras que los casos de una mala balance of performance se pueden contar por decenas.

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Sergio Martínez

Experto en Fórmula 1 y Motorsport, especializado en el mundo de las carreras y la competición a motor, la cual lleva cubriendo más de una década en diferentes medios del sector. Obsesionado de las categorías de formación y desconfiado por naturaleza de todo lo que le cuentan.