Varios de los coleccionistas de Fórmula 1 más importantes del panorama internacional se dieron cita este pasado fin de semana en Miami (Estados Unidos) para sacar 'a pasear' sus joyas sobre el asfalto del conocido circuito de esta ciudad. Ponemos entre comillas lo de pasear porque cuando pones a varios de estos gentleman drivers en una pista con sus valiosos monoplazas, puede pasar cualquier cosa.

Tenían entre manos dos pedazos de la historia de Ferrari en esta competición como son el Ferrari 412 T1 que pilotaba Jean Alesi en 1994 y su sucesor, el Ferrari 412 T2 con el que Gerhard Berger hizo lo propio en 1995. Nada hacía presagiar un espectáculo mayor que el de ver rodar juntas a estas dos joyas, pero sus conductores se dejaron llevar por el poderoso sonido de los V12 que que inundaba todo el circuito, se metieron demasiado en la piel de los pilotos de la época y cuando se quisieron dar cuenta, descubrieron que hay maniobras que sólo están al alcance de estos héroes.

Observa como el conductor del Ferrari 412 T2 adelanta en plena recta al T1 aprovechando su rebufo y pegándose al máximo a su izquierda para no sacrificar la curva siguiente, a izquierdas. Parecía sencillo, ¿verdad? Pero a determinadas velocidades manejar así estos bólidos es realmente delicado, la aerodinámica juega un papel crucial y claro, cualquier mínimo error te lleva a comprobar la dureza de los muros.

Afortunadamente, pese a los daños registrados en los dos coches, especialmente en el 412 T2, ambos pilotos salieron ilesos y aunque los mecánicos de Ferrari todavía tienen trabajo por delante, en la casa de Maranello aseguran que los dos coches serán reparados.

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Jose Carlos Luque

Experto y apasionado del motor y la comunicación en todas sus formas, recalé en Car and Driver a finales de 2007 y desde 2016 dirijo este site. Periodista de vocación y formación, conservo buenos contactos en el sector y trato de que la información que leas aquí sea la más inmediata, completa y veraz. Pero también realizo pruebas, comparativas, noticias, entrevistas... y en mis ratos 'libres' crío a tres niños pequeños que –con diferencia– es el trabajo más duro de todos los que he hecho jamás.