Cuando tienes en tu poder un pony car tan auténtico como el Mustang Shelby GT500 te da por presumir. Es algo lógico, son deportivos espectaculares por su imagen, por su sonido y porque han sido diseñados para el espectáculo. Uno de sus números favoritos son los denominados 'burnout' y es que recordemos que el último Ford Mustang cuenta con un sistema electrónico específico para salir así, quemando rueda.

Sin embargo, este no era el caso del deportivo de nuestro protagonista, el conductor del Shelby GT500 más famoso en Estados Unidos ahora mismo. Trató de impresionar a sus amigos realizando uno de estos 'burnouts' en plena vía pública, concretamente en una calle estrecha con coches aparcados a los lados y algunos árboles. La idea no pudo ser más nefasta pero todavía peor resultó la ejecución.

El conductor perdió el control de la zaga y su Mustang se precipitó contra la caja de un Dodge Ram perfectamente aparcado.

Por supuesto el vídeo no para de acaparar visitas en Youtube y es que no pudo elegir nada peor que el pick up de Dodge para chocar. La prueba la tenéis en los daños causados en el Mustang, realmente importantes en todo el lateral derecho y especialmente en la trasera. Menos mal que nuestro arrogante conductor realizó su numerito en solitario, pues los pasajeros de la parte trasera podrían haber resultado gravemente heridos. De hecho, él tuvo que ser trasladado al hospital y es que pese a la fuerza del impacto, los airbags del coche no saltaron. Por suerte sabemos que se recupera favorablemente de las heridas, esperamos que el susto le haya servido de escarmiento.

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Jose Carlos Luque

Experto y apasionado del motor y la comunicación en todas sus formas, recalé en Car and Driver a finales de 2007 y desde 2016 dirijo este site. Periodista de vocación y formación, conservo buenos contactos en el sector y trato de que la información que leas aquí sea la más inmediata, completa y veraz. Pero también realizo pruebas, comparativas, noticias, entrevistas... y en mis ratos 'libres' crío a tres niños pequeños que –con diferencia– es el trabajo más duro de todos los que he hecho jamás.