Te advertimos, las imágenes que vienen a continuación pueden herir la sensibilidad de cualquier aficionado al motor, independientemente de la edad que tenga. Estamos en Taiwán, un país con una legislación absolutamente estricta en el que los delitos se pagan caro y sino que se lo digan al dueño de este Lamborghini Murciélago. Todavía desconocemos porque le requisaron el coche pero el caso es que las autoridades no vacilaron a la hora de destruírselo algo que han realizado además, con luz y taquígrafos.

Como suena, el gobierno no dudó en llamar a un nutrido grupo de reporteros gráficos que como verás a continuación, 'se ponen las botas' retratando la 'ejecución pública' del Lamborghini Murciélago que, por cierto, está decorado con una pintura mate especial y luce algún distintivo SV, si bien se cree que no era un Super Veloce real. Recordemos que la casa de Sant'Agata sólo realizó 186 unidades de aquel modelo, el más potente y exclusivo de su época.

Con todo y eso, el superdeportivo italiano que queda reducido a un amasijo de hierros en estas imágenes, es un preciado Murciélago LP 640-4, el reconocido antecesor del Aventador que provisto de un V12 atmosférico de 6.0 litros y 640 caballos y tracción total, alcanzaba los 340 km/h de velocidad punta y estaba capacitado para acelerar de 0 a 100 km/h en sólo 3,4 segundos. Su precio en nuestro mercado superaba los 300.000 euros y actualmente su cotización ronda los 200.000 de modo que aparte de destrozar una verdadera joya de la automación, estos obreros liquidan una buena montaña de dinero sin inmutarse. Increíble pero cierto.

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Jose Carlos Luque

Experto y apasionado del motor y la comunicación en todas sus formas, recalé en Car and Driver a finales de 2007 y desde 2016 dirijo este site. Periodista de vocación y formación, conservo buenos contactos en el sector y trato de que la información que leas aquí sea la más inmediata, completa y veraz. Pero también realizo pruebas, comparativas, noticias, entrevistas... y en mis ratos 'libres' crío a tres niños pequeños que –con diferencia– es el trabajo más duro de todos los que he hecho jamás.