Nueva York, 17 de abril de 1964, la Feria Mundial del automóvil revela al mundo el nuevo deportivo de Ford, bautizado como Mustang y dotado de dos carrocerías, una coupé y otra descapotable. Los primeros clientes no tardan en interesarse en un modelo que rompe con los patrones estéticos hasta la fecha y tanto es así que tras su primer en el mercado, registra unas ventas de más de 400.000 unidades, cuatro veces más de las previstas por la propia compañía.

William Benton, gerente de la división comercial de Ford entonces, busca la fórmula de promocionar su nuevo producto estretella para darlo a conocer a todo el país y como comprenderán, no podía usar su Twitter ni nada por el estilo para difundir el mensaje. Benton, cuenta con los medios de difusión de la época pero tiene una idea genial y decide reunirse con Ronert Leury, vicepresidente del Empire State Building para transmitírsela.

El éxito del rascacielos neoyorquino en esta época era aún superior al del Ford Mustang, era el verdadero representante del éxito de la economía americana y Benton acordó con Leury lo siguiente: subir un Mustang del 66 a la terraza más alta del Empire State.

Sin duda el plan satisfizo a ambos, pero la puesta en práctica no era precisamente sencilla. El diseño afilado del edicio con su puntiaguda 'aguja' en la parte superior impedía subir el coche en helicóptero así que Ford Company decidió movilizar a sus ingenieros con el afán de subir el descapotable en ascensor. Éstos no tardaron en trazar un plan de trabajo, había que cortar el Mustang del 66 en 66 piezas, subirlas de forma independiente en el ascensor y volver a montarlo una vez subido.

El 20 de octubre de 1965 a las 22.30 horas, los técnicos de Ford, ataviados con monos blancos se pusieron manos a la obra en la planta baja del Empire State Building. Sobre la marcha, tuvieron que modificar el proceso debido a una sección del frontal que era una cuarta de pulgada más alta que la caja del ascensor, pero finalmente el coche subió por parte a la terraza de la planta 86 de las 102 que tiene en total este coloso. Allí, continuó un proceso aún más complejo, ensamblar manualmente el coche a semejante altura y soportando vientos de hasta 65 km/h.

Cuatro horas y media después el resultado era el que os mostramos. Los fotógramos no tardaron en inmortalizar el momentos desde los helicópteros que acudían a la zona y el Mustang expuesto en el rascacielos recibió más de 14.000 visitantes. Acababa de nacer un mito del automovilismo americano.

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Jose Carlos Luque

Experto y apasionado del motor y la comunicación en todas sus formas, recalé en Car and Driver a finales de 2007 y desde 2016 dirijo este site. Periodista de vocación y formación, conservo buenos contactos en el sector y trato de que la información que leas aquí sea la más inmediata, completa y veraz. Pero también realizo pruebas, comparativas, noticias, entrevistas... y en mis ratos 'libres' crío a tres niños pequeños que –con diferencia– es el trabajo más duro de todos los que he hecho jamás.