A menudo, los propulsores que funcionan a gas, ya sea GLP–gas licuado de petróleo– o GNC–gas natural– sufren problemas en sus válvulas e inyectores, obligados a funcionar con un combustible que a diferencia de la gasolina, no incluye ningún lubricante ni aditivo. Además, el gas es de quema seca por lo que la temperatura de combustión es más elevada que la de la gasolina, algo que no facilita precisamente las cosas.

La solución a estos problemas se llama Metal Lube y es un aditivo que podemos emplear fácilmente, añadiendo 2 mililitros del mismo por cada litro de gasolina. La operación puede parecer algo compleja, pero nada más lejos de la realidad: basta con verter el contenido de un envase –de 120 ml– en el depósito antes de llenado, pues la capacidad media de éstos en un turismo es de 60 litros.

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El Metal Lube se mezcla con la gasolina y refuerza el tratamiento de la misma para las válvulas y sus asientos, protegiéndolos durante el inicio de la marcha, antes de que la combustión pase a ser de GLP. Por supuesto, este aditivo cuenta con todas las homologaciones es válido para vehículos bifuel tanto de serie como adaptados y no daña catalizadores ni sensores de oxígeno, simplemente alarga la vida de los motores, asegura el fabricante.