El nuevo Audi A7 ha sido diseñado, según sus propios creadores, para trasladar la pasión por el automóvil que la marca imprime a sus modelos más deportivos, a un segmento copado hasta hace muy poco por berlinas básicamente cómodas y de formas tradicionales. Así se explica que a primera vista, este coupé de cinco puertas, cuatro plazas y 4,97 metros de largo, nos deje absolutamente anonadados. Es cierto que por sus formas generales guarda cierta semejanza con los Porsche Panamera o Mercedes CLS -que no son malas referencias, precisamente- pero es que, además, en Ingolstadt se han afanado especialmente en lograr un coche original cuyas líneas resaltan los detalles propios de la estética de la marca y cuya parte trasera le otorga una gran personalidad.

En el interior, sin embargo, encontramos un habitáculo de aspecto más convencional, donde tendríamos que buscar con lupa para encontrar las diferencias respecto al del A8. Tan sólo en la parte trasera observamos que la banqueta de tres plazas ha dejado su lugar a favor de dos asientos independientes, separados por un enorme reposabrazos. Lo mejor es que la altura disponible en estas plazas es más que suficiente para que dos adultos de talla mediana viajen sin problemas y, desde luego, por anchura y longitud el habitáculo es inmenso. Por último, otra gran ventaja con respecto a su hermano mayor es el maletero, de enormes dimensiones pero con cierre automático de serie, ofrece 535 litros de capacidad por los 510 del A8 y se puede ampliar hasta los 1.390 si abatimos los asientos traseros.


Pórtate bien
En carretera, el A7 Sportback termina de seducir a su conductor. No en vano, está realizado sobre la plataforma recortada del Audi A8, por lo que su construcción está basada en el aluminio, material que contribuye decisivamente a aligerar el peso, 1.695 kilos en lo que a la estructura se refiere -el A7 Sportback más ligero pesa 1.805 kilos y lo cierto es que deja sensaciones propias de una berlina compacta. Incluso en las carreteras más viradas, destaca por un brillante comportamiento dinámico, especialmente sobresaliente en el caso de las versiones con tracción integral Quattro que incluyen el nuevo diferencial de corona que estrenó el RS5 y que sustituye al tradicional Torsen (ver más información).

El confort a bordo también está más que garantizado gracias al Audi Drive Assist, sistema que posibilita al conductor la elección de diferentes modos de conducción: Confort, Auto, Dynamic e Individual. En cualquiera de ellos, la suspensión adaptativa filtra perfectamente las irregularidades del terreno aunque la dirección y los cambios de marchas son notablemente más rápidos en los modos más dinámicos. Además, Audi ofrece, como opción, la posibilidad de incorporar un tren de rodaje deportivo con suspensión rebajada 10 milímetros en altura, así como una suspensión neumática, que se auto regula en tres niveles diferentes.

Ahora bien, a finales de este mismo año y principios de 2011 se ofrecerán dos alternativas más económicas, el 3.0 TDI de 204 caballos –57.440 euros- y el 2.8 FSI de idéntica potencia –59.530 euros-. Ambos van asociados a una caja de cambios automática Multitronic y transmiten su fuerza a las ruedas delanteras, pero son más que satisfactorios incluso para realizar una conducción decidida por su potencia y entrega del par, sobre todo el Diesel. El de gasolina es más voluntarioso a partir de 4.000 vueltas pero en ambos casos responden bien al acelerador y el cambio me ha dado la impresión de reaccionar de forma rápida y especialmente suave. En definitiva, estamos ante un coche realmente completo.

Audi A7 Sportback 55 TFSI e quattro