“Pero, ¿de verdad es un RS 3 Sportback? ¿No será algo más 'gordo' como un RS 5 de 450 caballos o un RS 6 Avant de 580? No creo que Audi nos la intente colar pero ese sonido...”; estamos esperando nuestro turno de tandas en el Autódromo de Vallelunga, en Italia, y la primera impresión que tenemos del compacto vitaminado es su rugido. Cierto es que las unidades que la marca utiliza en pista cuentan con mejoras como los discos carbocerámicos delanteros de 370 milímetros (cuestan cerca de 6.000 euros y reducen 13 kilos la masa que recae sobre el eje delantero), los asientos tipo bacquet con un agarre especial (5.000 euros aproximadamente y unos siete kilogramos menos) y un sistema de escape que actúa como una auténtica orquesta sinfónica que rompe el silencio de la zona cada vez que alguien sale al trazado romano, pero no podemos imaginar que el compacto se ha radicalizado tanto.

Nuestro raciocinio entra entonces a valorar los datos que nos han dado a conocer minutos antes: el corazón de este bólido, un cinco cilindros en línea turbo de 2.5 litros, hace que este Audi acelere de 0 a 100 kilómetros/hora en 4,3 segundos (un RS 6 Avant de 560 caballos tarda 0,4 segundos menos en hacer este registro) y alcance una punta de 250 por hora, si bien el límite se amplía hasta 280 kilómetros/hora si el cliente lo desea... y lo paga. “Entonces, puede ser...”; es nuestro turno, basta de conjeturas, lo vamos a comprobar in situ.

El tren de rodaje es el del S3 de 300 caballos aunque con muelles y amortiguadores específicos

Ajustado el cinturón de seguridad específico con franjas rojas, tono que también se utiliza en el interior de los aireadores circulares para distinguir esta versión de otras, y regulados volante y espejos, apretamos el botón Start ubicado a la izquierda de la palanca del cambio; primer regalo para nuestros oídos por la sacudida acústica con la que despierta el propulsor. Por musicalidad, inmediatamente pensamos en el A 45 AMG de 360 caballos, otro que tampoco anda sobrado de 'mala baba' y rival directo de este RS 3 Sportback, pero las comparaciones con éste las dejamos para más adelante cuando los enfrentemos realmente.

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El coche viene ya 'caliente' del uso que han dado otros compañeros: los frenos carbocerámicos tienen la temperatura óptima y los neumáticos también están a tono. Antes de iniciar nuestras vueltas, seleccionamos el modo Dynamic del cambio S Tronic para que sea él el que se encargue del salto de marchas ya que vamos a conducir al límite,a lo que se suma la desactivación del ESP. Bandera a cuadros a la salida de la calle de boxes y primer zapatazo al pedal del acelerador, que hace que nos peguemos literalmente a la butaca debido a la fuerza con la que nos catapultamos. Es posible que no hayamos conseguido la cifra oficial homologada, pero antes de final de la recta, rozamos los 130 kilómetros/hora en segunda, casi al corte de inyección, fijado en 7.000 vueltas. Es de justicia señalar que desde 1.650 vueltas hasta 5.550 vueltas contamos con un par constante de 465 Newton/metro, una auténtica pasada que garantiza una buena respuesta en cualquier franja de utilización del bloque e independientemente de la velocidad elegida.

Acto seguido abordamos una chicanne en la que las gomas empiezan a 'gritar' mientras 'tiramos' al Audi a ella, pero ni el ESP (a pesar de estar apagado actúa al límite de la física) ni la tracción integral intervienen. Los 1.600 kilogramos que llevamos entre manos se muestran más ligeros de lo que cabría pensar y diríamos que pilotamos el A1 en vez de su hermano mayor.

En Alemania, el RS 3 Sportback cuesta 52.700 euros; a España llega en verano por 59.800 euros

Durante la parte intermedia del trazado de Vallelunga nos encontramos pequeñas rectas seguidas de curvas muy cerradas a derechas y a izquierdas por las que pasamos sin mayor problema hasta que llegamos a un par de curvones abiertos, más difíciles de gestionar, en los que hay que ahuecar para que el RS 3 entre sin rechistar. No obstante, la tracción integral reduce de inmediato el subviraje que ha aparecido de forma tan discreta que, sorpresa, abrimos gas antes de tiempo sin perder el control del coche. En estos dos giros, pasamos de tercera a segunda con un atronador petardeo que salen por las dos 'chimeneas' ovaladas de la zaga, por lo que se dibuja de inmediato una sonrisa en nuestra cara que no se borra. “¡Toma ya!”, gritamos dentro del casco.

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La dirección nos ha ayudado sobremanera a enfilar el coche, ya que al activarse el programa deportivo, se ha variado la desmultiplicación reduciéndola considerablemente respecto a la opción Comfort. La suspensión, por su parte, se ha bajado 2,5 centímetros y aunque no contamos en esta ocasión con la amortiguación de dureza variable Magnetic Ride, tampoco la echamos en falta porque el RS 3 es duro, sí, pero no incómodo como ocurre en el citado enemigo del Audi: el A 45 AMG. En circuito no nos damos cuenta de ello, pero se aprecia sensiblemente al salir a las carreteras aledañas, en muy mal estado de conservación.

De serie lleva asientos tapizados en piel Nappa Fina, volante multifunción, aparcamiento asistido...

Según abandonamos las instalaciones de Vallelunga satisfechos, toca hacer valoraciones: la evolución respecto al anterior RS 3 de 340 caballos es significativa y la capacidad que tiene el nuevo de enamorarnos pasa por la estética, el cuidado habitáculo o el arsenal que esconde bajo su carrocería. Y hablamos de 60.000 euros. ¿Mucho? ¿Poco? A nosotros nos parece ajustado para tratarse de un compacto de casi 400 caballos y que consume 8,1 litros a los 100, además de que es la horquilla en la que se mueven los 'enemigos' de Audi, pero al final eres quien decides...

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