Los ingenieros de Aston Martin han concebido un automóvil que hace bueno el dicho de que "en la mezcla, está la pureza". El DB11 AMR ha recogido el mejor legado de Gaydon y se ha aprovechado del nuevo soporte técnico de Mercedes-AMG, para convertirse en el automóvil mejor dotado de la nueva saga de supercars de Gaydon a la que auguramos un futuro prometedor. Nada que evidenciara más esta hibridación que aterrizar en Frankfurt, Alemania, para ponernos frente a él.
Rápido, exclusivo y pionero, el único modelo de la marca hasta la fecha que luce las siglas Aston Martin Racing en su carrocería es, definitivamente, el deportivo con el que llevan soñando varias generaciones de James Bond y no precisamente por su discreción. Especialmente el Signature Edition que pudimos conducir y que ilustra esta prueba, está realizado en la llamativa pintura Stirling Green sobre la que resaltan unos detalles en amarillo Lime que se extienden incluso en elementos del interior como los asientos, la tapicería o las alfombrillas.
En cualquier caso, únicamente 100 unidades de esta serie especial verán la luz con la misión de aportar un extra de distinción al DB11 más deportivo del momento, el mismo que –de serie– equipa las pinzas de freno en este color chillón y así como el kit aerodinámico de fibra de carbono que estás viendo. Sin duda, el agente secreto más famoso del mundo eligiría éste, pero por suerte no era nuestro caso.
Más llamativos o más discretos, todos los DB11 firmados por Aston Martin presumen de elementos diferenciadores en su habitáculo, además de un auténtico arsenal técnico reservado. Nada más acceder al interior, mediante una de las manecillas integradas de las puertas por cierto, nos quedamos fascinados con otros detalles únicos marca de la casa. El volante es ergonómico y está forrado en Alcantara, al igual que unos baquets que además añaden cuero y presentan la misma forma que los de un bólido de carreras pero con un mullido muy diferente y una decoración, sencillamente inmejorable.
El buen gusto y sobre todo el nivel de calidad que ofrecen todos y cada uno de los materiales que conviven en este entorno es insuperable y se aprecia con claridad, igualmente, que todos los acabados son artesanales. Tan sólo algunos mandos de origen Mercedes presentes tanto en la consola central –los del equipo multimedia– como en las piñas de la dirección –para las funciones más habituales– restan algo de personalidad al habitáculo aunque al mismo tiempo, nos ayudan a familiarizarnos con él. Así, tareas habituales como la de ajustar la altura y profundidad del volante, accionar los intermitentes, fijar el control de velocidad en autopista o cambiar de dial la radio, las realizamos con total naturalidad aunque sean realmente lo último que estás pensando hacer cuando tienes delante un deportivo alado que te reserva casi 640 caballos bajo el pedal de su acelerador y te encuentras en las inmediaciones del circuito de Nürburgring-Nordschleife.
Lástima que, incluso en el Infierno –Verde en este caso–, haya normas de obligado cumplimiento y la primera de ellas pasa por organizar un evento de este tipo en su interior y no en las carreteras colindantes que había planificado Aston Martin. Asumido el programa del día, nos centramos en devorar kilómetros alrededor de este mítico trazado combinando carreteras con curvas y autopistas sin límite de velocidad en una ruta plagada castillos, ríos, bosques y otros paisajes pintorescos. Digamos que tampoco estábamos ante el peor escenario posible, precisamente.
Sólo quedaba buscar con el dedo índice el botón de arranque, encontrarlo –algo no del todo sencillo porque está situado en el centro del salpicadero, al igual que los del cambio– y despertar al V12 de su letargo para comenzar a disfrutar de la prueba desde el minuto cero. El sonido del 5.2 biturbo inunda el habitáculo evidenciando las bondades del nuevo escape a las primeras de cambio y un leve toque al acelerador nos pone sobre aviso, pues es suficiente para disparar las revoluciones y también los decibelios. Primera, 4.000 vueltas. Segunda, 5.000... y el eje trasero que pierde motricidad hasta las dos veces durante la arrancada. ¡Qué carácter!
Poco a poco, nos fuimos acostumbrando a ser sensibles con los pedales, tanto con el del acelerador, como el del freno, pues ambos ofrecen un tacto bastante crítico: o todo, o nada. En cambio, la dirección se muestra precisa, ligera y rápida a cualquier velocidad, lo que resulta crucial a la hora de coger confianza. Las curvas comienzan a sobrevenirnos de forma cada vez más consecutiva y todavía lejos de los límites del DB11, las trazamos con facilidad y siempre teniendo la sensación de manejar un vehículo bastante menos voluminoso y pesado. El trabajo de los ingenieros en el bastidor se deja notar y eso que tampoco ha sido intenso. Simplemente, los muelles y amortiguadores introducidos son más rígidos lo que reduce el centro de gravedad y mitiga la mayoría de los balanceos de la carrocería en curva, dando como resultado un tren delantero con gran capacidad para entrar en las curvas, mientras que el trasero mantiene de forma férrea la trayectoria de éste siempre y cuando no abusemos del gas, claro.
El tacto de la dirección es excelente, igual que la puesta a punto de la suspensión y de esta manera, a medida que van pasando los minutos al volante, el DB11 AMR va superando tus expectacivas. Con mayor feeling sobre los pedales, salimos con mayor velocidad de cada giro y también entramos más rápido en los mismos, lo que multiplica la diversión en los tramos más virados y dispara nuestro entusiasmo. Tan sólo algún defecto ya conocido del DB11 'normal' como su escasa visibilidad lateral debido a la longitud y forma del pilar A, supone cierto inconveniente al encarar los giros a izquierdas, mientras que por el contrario, el elevado capó está siempre en nuestra perspectiva, dándonos una referencia que no todos los superdeportivos conceden.
En los cambios de asfalto y zonas en obras, la suspensión se revela igualmente efectiva, demostrando una capacidad de filtrado sobresaliente, sobre todo teniendo en cuenta su eficacia a la hora de sujetar la carrocería en los apoyos más fuertes. Esta característica, unida a la gran insonorización del habitáculo y a la ergonomía de unos asientos, envolventes pero amplios, convierten al Aston más deportivo en una perfecta máquina también para recorrer largas distancias, favorecida por un amplio depósito de gasolina de 78 litros que por mucho que no vayas a subir de vueltas el motor, necesitarás, pues nosotros no logramos bajar de los 15 litros a los 100 kilómetros en nuestro recorrido.
Al término de la jornada de pruebas casi no reparábamos en dicho consumo, ni tampoco en el circuito que habíamos ido rodeando todo el tiempo y que nos obsesionaba al principio. Diferentes zonas del viejo Nürburgring se aprecian desde las carreteras que dan acceso al AMR Center que Aston Martin acaba de abrir en esta zona para dar servicio a sus clientes y que a nosotros nos iba a servir como punto de despedida. Sin duda, no queríamos que llegara ese momento y no nos hubiera importado volver a casa conduciendo algo que habla a las claras de la diversión y la comodidad que brinda este DB11 AMR Signature Edition. Pronto será una joya por la que se pelearán los clientes de la marca más coleccionistas independientemente de que cueste 35.000 euros más que el V12 'normal', unos 230.000 euros en nuestro mercado. No importa, nosotros sabremos que es más, mucho más que un mejor objeto de lujo.
A favor:
Calidad de los materiales y acabados artesanales. Imagen. Sensaciones de conducción y confort
En contra:
Peso algo excesivo para una versión superdeportiva. Tacto del acelerador. Reacciones al límite.