Con influencias procedentes de los X6 y Cayenne, BMW y Porsche acaban de completar su gama de todocaminos con dos apuestas más compactas que sus respectivos hermanos de gama. Ambos combinan los conceptos cupé y 4x4 para intentar aglutinar lo mejor de ambos segmentos en un mismo vehículo.

El BMW X4 acaba de llegar a nuestro mercado y deriva en su mayor parte del X3. Aunque apenas tiene tres centímetros más de largo, ofrece un enfoque más deportivo. Si por el contrario lo comparamos con el X6, es bastante más pequeño y compacto y hasta se podría decir que ‘lógico’.

El nuevo X4 cuenta con pocos rivales pero muy solventes, caso del Porsche Macan que, por concepto y precio, está en el mismo nivel. Derivado del Audi Q5–no del Cayenne– tan solo toma de éste parte del chasis y los frenos de disco traseros; el resto ha sido modificado por Porsche para buscar un enfoque con más carácter, una de las señas de identidad del modelo y de cualquier Porsche que se precie de serlo.

Por tamaño ambos SUV son similares aunque, a pesar de las cotas exteriores, la habitabilidad no está en consonancia con las dimensiones. No son familiares ni vehículos de carga, pero afortunadamente son mucho más divertidos de conducir y aportan cierta polivalencia gracias a sus cualidades para conducción todo terreno.

Buenas sensaciones

El diseño del interior del X4 es genuinamente BMW hasta el punto de no parecer que estamos en un SUV. La verdad es que no estaría demás algún detalle diferenciador, aunque como es habitual en todo BMW, la postura al volante es correcta, con una ergonomía encomiable. El salpicadero está orientado al conductor y todo queda muy mano. Los asientos están situados algo más bajos que los del X3 pero más altos que en el Macan y la visibilidad es buena hacia delante, dado que el diseño curvo de la luna posterior penaliza bastante la visión trasera. Asimismo, la habitabilidad delantera es aprovechable, mejor que en las plazas posteriores, donde el espacio en altura es limitado, aunque el acceso es correcto.

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Más largo, ancho y bajo que el Q5, el Macan tiene unas cotas que son prácticamente calcadas a las del X4. Acceder al interior es como sentarse en un 911 sino fuese por la altura, lógicamente superior. Es una posición más deportiva que la de su rival, con un volante de excelente factura, casi idéntico al del 918 Spyder. Ofrece un tacto soberbio con diferentes controles multifunción, muy intuitivos de manejar. Además, en el aspecto mecánico, el Macan estrena una dirección asistida electromecánica que ofrece un buen tacto.

Las plazas delanteras son amplias y confortables. Además si optamos por los sobresalientes asientos deportivos con 18 reglajes eléctricos la posición es excepcional con una ergonomía de primer nivel donde destaca la consola central en una posición elevada y un cuadro de instrumentos claramente Porsche. Gracias a todos estos componentes la postura es bastante diferente para tratarse de un SUV, permitiendo una conducción racing en zonas de curvas.

Economía de uso

Decantarse por las opciones turbodiésel en vehículos de este nivel puede parecer una ‘tontería’, pero la verdad es que dado el agrado de conducción que aportan las mecánicas de este tipo, no supone en ningún caso una penalización. Aquí las similitudes son considerables, ya que tanto BMW como Porsche tienen bloques semejantes en cilindros, cubicaje y potencia. Sobre el papel las prestaciones también son muy parecidas, si bien una vez en marcha existen diferencias apreciables.

Por supuesto ambos cumplen la norma anticontaminación Euro 6 y tanto BMW como Porsche ofrecen de serie tracción integral. El primero se decanta por el xDrive que, en condiciones normales, reparte la potencia un 40/60 entre el tren delantero y trasero, aunque estos porcentajes pueden variar entre 100/0 ó 0/100. Porsche, por su parte, recurre al afamado PTM –Porsche Traction Management– que también es capaz de modificar la distribución entre ambos ejes en un porcentaje similar, aunque según la marca el sistema se anticipa a las pérdidas de motricidad para llevar a cabo el reparto. Funciona en conjunto por el Vectoring Plus, que reparte el par entre las ruedas del mismo eje con el fin de minimizar el subviraje.

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Una vez en marcha, el X4 muestra un excelente escalonamiento del cambio unido a una buena progresividad del motor; todo ello hace la conducción muy eficaz. Pese a ser sensiblemente más ligero que su rival –100 kilos–, el BMW no ofrece la misma agilidad que el Macan; todo un virtuoso en este aspecto, permitiendo unos cambios de trayectoria vertiginosos con unas reacciones previsibles que transmiten muchísima confianza incluso rozando sus límites. En la misma línea, el cambio por convertidor de par del BMW resulta excelente para una conducción relajada; es bastante más suave que el PDK del Porsche, pero es incapaz de alcanzar la eficacia de éste en conducción deportiva. Ofrece por ello un comportamiento menos enérgico aunque es más suave a baja velocidad con unas transisiones entre marchas muy suaves y silenciosas.

Más capacitado en conducción sport, el Macan transmite superior confianza al conductor. Recomendamos la suspensión neumática opcional del Porsche –modifica también la altura–, sorprediéndonos la firmeza de los apoyos, con ligeros deslizamientos de la zaga en condiciones extremas –siempre con la vigilancia de la electrónica–. Dos de las variantes deportivas más exclusivas y caras del segmento SUV entre las que tan sólo la estética y la superior deportividad del Porsche marcan diferencias.

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