Hay valores inmutables en el universo del automóvil. Los GT son uno de ellos. Herederos directos del Corvette de 1953 y del E-Type de 1961, las últimas ediciones de estos modelos siguen representando verdaderos iconos del automovilismo, junto a los Porsche, Ferrari, Aston Martin, Maserati o Lamborghini, que constituyen la tradicional aristocracia Gran Turismo.

Chevrolet ha lanzado este año el Grand Sport, una variante del Corvette, de igual nombre al de 1963 y que monta el motor 'pequeño' de 6.2 litros y 437 caballos, por debajo en potencia de los 512 del Z06 y de los descomunales 647 del ZR1. También renovado para la temporada 2011, el Jaguar XKR de 510 caballos recibe unos ligeros retoques 'cosméticos' en su preciosa carrocería de aluminio y en su coqueto interior. La diferencia de potencia entre el Corvette y el Jaguar no es un impedimento para que se confronten, ya que el primero ofrece una relación de peso/potencia de 3,3 kilogramos/caballos frente a los 3,4 del segundo, con lo que la cosa queda igualada sin tener que recurrir a los 512 caballos del Corvette Z06 de 2005 y que introdujo en el Corvette un nuevo motor 7.0 y un chasis ligero realizado en aluminio.

El americano y el británico son tan distintos que requieren una conducción diferente

A todo volumen
Acelerar el Corvette a fondo, sin la capota desmontable y aguantar unos cuantos segundos con la aguja del cuentavueltas por encima de las 6.000 revoluciones es algo que merece la pena vivirlo. Con un valor de aceleración similar al de un Porsche 911, el peculiar sonido del motor V8 small block, de carrera más corta que el cuadrado 7.0, tiene la misma sensación de fuerza en sus pistones que el alemán al transmitir la potencia a los increíbles neumáticos traseros. Sentados casi en el suelo –la altura del coche es de tan sólo 124 centímetros–, la impresión de velocidad en el Corvette, escuchando el rugido del V8 americano, no puede ser más cinematográfica.

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A diferencia de las versiones superiores de cambio exclusivamente manual, el Corvette C6 y este Grand Sport puede ser de transmisión Transaxle de caja manual o automática. Esta última dispone de un modo Sport para aguantar mayor régimen antes del cambio de marcha, pero en este coche seguimos prefiriendo utilizar la palanca manual, sobre todo, cuando queremos exprimir toda su esencia deportiva.

En el XKR, todo lo que nos parecía violento y desbocado en el Corvette se convierte en suave y amortiguado. El sonido, igualmente fascinante, no es tan agudo y sólo modula su máximo volumen en la zona alta de su cuentavueltas, liberando toda la expresividad de este hercúleo V8 que parece no agotarse nunca. El cambio automático asociado es un ZF con modo Sport y levas secuenciales en el volante para conducción deportiva.

Rápido, preciso y muy cómodo en la mayoría de las circunstancias, peca de lento cuando rodamos al límite, perjudicado por agravio comparativo con otras soluciones automáticas de doble embrague en lugar del más suave pero menos rápido convertidor de par hidráulico. El chasis del Corvette nos depara unas cuantas sorpresas. La primera es su carácter indómito, propio de los caballos salvajes de las praderas. Cualquier impulso en la propulsión del V8 se traduce instantáneamente en una reacción del eje posterior, en permanente rebeldía aunque llevemos conectado el contro de estabilidad. La conducción exige atención y anticipación, como en los coches deportivos de antaño. También nos sorprendemos del buen trabajo de filtrado, con elementos de suspensión de ballesta y amortiguadores de regulación electromagnética; consigue una excelente comodidad sin por ello restar rigor deportivo cuando lo necesitamos.

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En el educado XKR, las reacciones son de doma de alta escuela, más progresivas, y tiende a mantener su morro mirando indiferente hacia el lado abierto de la curva hasta que le forzamos a entrar en ella. La dirección, extremadamente suave por lo desmultiplicada, necesitaría ser más directa en situaciones al límite, cuando sentimos al instante las pérdidas de trayectoria. El sistema electrónico de dinámica adaptativa actúa sobre los amortiguadores hasta 100 veces por segundo, nivelando la carrocería y evitando que las inercias o las irregularidades de la carretera descoloquen al XKR. En carretera abierta, el Jaguar parece rodar sobre fieltro y, en circuito, mantiene el tipo y la diversión mucho mejor de lo que se esperaría de un GT tan sofisticadamente equipado. Encontramos su límite en el elevado peso que, si abusamos, provocará pronto el agotamiento de los frenos.

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