Durante el tedio semanal siempre esperamos que llegue el viernes para huir del tráfico convencional. Entonces, sacamos el mapa o el navegador y un mundo de rutas se abre durante nuestro tiempo de ocio. Es el momento en el que un Sportage o un 4008 se nos aparece como un coche ideal para afrontar un par de días ‘reciclándonos’ en paraísos cercanos.
Cómodos, bien equipados y mecánicamente preparados para afrontar cualquier camino, nos traen además un toque de distinción. La principal característica de ambos coches es que su radio de acción se amplía a las carreteras con malas condiciones de adherencia y caminos sin asfaltar.
El Kia dispone de una transmisión total permanente, aunque el mismo modelo se vende también con tracción delantera. El Peugeot no ofrece esta posibilidad pero su transmisión integral es desgranable mediante un mando, liberando entonces el eje posterior y traccionando como un ‘auto’ normal.
Bloqueo muy útil
En el Peugeot encontramos además un botón de bloqueo electrónico del diferencial central, lo que provoca que el reparto de potencia entre ejes, normalmente variable hasta el 50%, quede fijado en aproximadamente un 20% delante y un 80 detrás; lo que garantiza máxima eficacia en terrenos de baja adherencia.
En la transmisión permanente del Kia, no podemos manipular, más que con el descendedor automático de pendientes DBC y beneficiándonos en los arranques en rampa del sistema HAC que, actuando sobre el control de tracción asegura la mejor actuación de la motricidad. Por esto, el Peugeot parte con ventaja cuando nos salimos de las carreteras.
Sin embargo, este uso es casi despreciable a lo largo de los kilómetros realizados, que serán con seguridad mayoritarios por ciudad e interurbanos. Éste será, por el contrario, el terreno preferido del Kia, que supera en uso cotidiano al Peugeot. Su chasis es más agradable en carretera, con mayor firmeza de suspensión y menos balanceos de carrocería en las curvas. Cualidades perjudicadas por una dirección de tacto laxo, menos precisa que la del Peugeot, menos asistida y más rigurosa en su actuación.
Motor poderoso
Pero lo que más sobresale sobre el asfalto en el coreano es su propulsor, más idóneo en el uso cotidiano. Resulta suave de respuestas y agradable en su tacto mientras que el HDI, ofreciendo unas repuestas muy buenas siempre que lo mantengamos por encima de las 2.000 revoluciones, se revela más áspero y rudo.Los cambios manuales –única posibilidad en el Peugeot–, son de seis relaciones bien escalonadas y colaboran en sacar provecho de los motores.
Aquí también percibimos una mayor suavidad de manejo en el Kia, siendo el Peugeot más duro y gustará más a quienes prefieran un paso de marchas más patente y deportivo. Con ambas cajas de cambio podemos ajustar muy bien los consumos, frugales y equiparables entre ambos modelos. No será difícil mantenerlos en el orden de los siete litros a los 100, lo que no está nada mal teniendo en cuenta las potencias y tamaños.
Su funcionalidad se constata en los maleteros, accesibles, amplios y modulables. La nueva generación del Sportage creció y el maletero, aprovechándose también del espacio ganado por unas suspensiones traseras más compactas, consigue una cifra récord.
Con 50 litros menos, el 4008 brinda no obstante unas buenas posibilidades de carga conteniendo sus medidas respecto al Kia, siendo por ello el francés un poco más manejable en ciudad y a la hora de aparcar. En el Kia pagaremos el precio de su peculiar caída de la carrocería con una visibilidad posterior mermada por un gran ángulo muerto posterior. Pese a todo, ambos coches cumplen ampliamente con las expectativas.
