Está a punto de cumplir su segundo año en el mercado pero en este breve periodo de tiempo, el Ford Focus se ha posicionado como toda una referencia en la categoría gracias a su amplísima dotación tecnológica, a una mecánica contrastada y a un comportamiento dinámico intachable.

Además, los resultados comerciales hablan a las claras de su gran aceptación popular. En la primera mitad del 2012 acumuló 9.488 unidades vendidas, sólo por detrás de compactos que se ofrecen en multitud de carrocerías distintas como los Renault Mégane, VW Golf, Citroën C4 y Peugeot 308, que superaron holgadamente la barrera de las 10.000 unidades.

Precisamente, sólo un automóvil de este nutrido grupo de competidores consiguió alcanzar esta cifra con una única versión disponible, el Seat León. En cambio, lejos de darse por satisfechos, en Seat han apostado por contraatacar con un modelo totalmente nuevo que aspira a convertirse en el compacto más vendido en España y que hemos podido medir en rigurosa exclusiva frente al citado Focus.

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A SUS PUESTOS

Con el objetivo de probar el nuevo León antes de que llegue a los concesionarios, viajamos por carretera con el Ford hasta llegar a Martorell –Barcelona–, donde Seat produce ya las primeras unidades de este modelo junto a los Ibiza, Altea, Exeo y Audi Q3. Durante el viaje, apreciamos la buena puesta a punto del chasis del Focus, cuya suspensión filtra perfectamente los baches y sujeta con firmeza la carrocería, incluso en las curvas más rápidas. Este factor, ligado al buen aislamiento acústico y a las bondades de la mecánica 2.0 TDCi, nos permite llegar frescos y a tiempo a nuestra cita con el Seat León, que nos espera majestuoso.

Repleto de detalles llamativos, los propios del acabado FR, el compacto español luce una imagen espectacular y nos obliga a cambiar el chip trasladándonos a su terreno favorito, las reviradas carreteras de la serranía barcelonesa.

En el cambio de volante, la sensación que uno tiene es la de saltar de una berlina de intachable comportamiento, a un deportivo puro.

La diferencia de planteamiento que ofrece el León frente a la propuesta del Focus, queda latente desde el primer minuto. Gracias a unas dimensiones bastante más contenidas–mide 9,5 centímetros menos de largo– y a un radio de giro más corto, maniobramos con mayor soltura en ciudad, donde también apreciamos el tacto más directo del cambio, el pedalier y la dirección, que cobra mayor dureza a medida que aumentamos la velocidad.

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Christian Colmenero//Car and Driver

LA CARRETERA SE TUERCE

Perfectamente acoplados en un puesto de conducción más bajo que el del Focus, llegamos a la zona más virada y la sensación de llevar un coche más pequeño y ligero se acentúa. No en vano, el nuevo León se ha dispuesto sobre la plataforma MQB del grupo Volkswagen–la misma de los recientes Golf y Audi A3– y su carrocería está aligerada con materiales como el magnesio y la fibra de carbono. Todo este trabajo se refleja en la báscula con una diferencia de 116 kilos favorable al León, fundamental para poder dejar atrás al Focus en los tramos de curvas enlazadas donde subvira menos y frena con mayor precisión.

No obstante, vemos por el retrovisor como el Ford recupera terreno en las rectas y pendientes bien apoyado en su motor TDCi de 163 caballos que, asociado al cambio manual de seis marchas, se muestra un punto más voluntarioso que el remozado TDI de 150 caballos que monta el León. A cambio, éste se aprecia algo más fino y parco en consumos pero queda lastrado frente a su rival, sobre todo, por los largos desarrollos de la caja de cambios, también manual de seis marchas.

En ambos modelos se pude optar por un automático de doble embrague pero lo cierto es que el manejo del manual resulta agradable y preciso en ambos casos y nos permite ahorrar unos cuantos euros en la factura.

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Christian Colmenero//Car and Driver

CAMINOS DISTINTOS

De vuelta a la autovía, analizamos tanto el equipamiento como el confort en marcha y lo cierto es que el León no llega a ofrecer una insonorización tan exquisita como la del Focus ni nos abruma con las ayudas a la conducción que le han otorgado tanta notoriedad a su rival.

Sin llegar a este nivel de dotación, estrena varios sistemas realmente avanzados como los faros de led integrales, que pueden incluir la función de luces largas automáticas; un avisador de cambio de carril involuntario, que actúa sobre la dirección si es preciso y nos invita a descansar si incurrimos en muchos errores; así como un interfaz Seat Easy Connect, que controla el equipo de audio y el ordenador de a bordo a través de una pantalla táctil.

Lo que sucede es que el Ford puede circular casi en ‘piloto automático’ gracias al control de velocidad activo, el detector de obstáculos en el ángulo muerto o el asistente de aparcamiento que maniobra sólo.

Mientras que el Focus tiene un carácter más rutero y familiar, el León se muestra más deportivo y juvenil, son dos buenas opciones pero muy distintas.

Por último, sorprende que a pesar de la diferencia en las dimensiones e incluso la filosofía de ambos modelos –tenemos un Focus más rutero y un León muy deportivo–, en materia de habitabilidad la contienda vuelve a igualarse. Delante el espacio es óptimo en los dos pero ninguno le presta demasiada atención a la zona trasera, donde tres adultos irán bastante apretados y dos sólo dispondrán de reposabrazos en el Focus que, por el contrario, tiene un maletero algo más pequeño. En definitiva, dependiendo de tu uso habitual, uno u otro pueden ser tu compacto perfecto.

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