Los periodos difíciles requieren soluciones ingeniosas y tanto Fiat como Opel comercializan con el 500 y el Adam dos modelos que podrían calificarse de poco convencionales. Son coches de capricho pero con un precio relativamente ajustado dado todo lo que ofrecen. En el caso del 500, acaba de ser levemente actualizado con nuevas opciones de acabado que buscan personalizar aún más el modelo. En el Adam se exprimen al máximo estas posibilidades, ya que está disponible con hasta 12 tonalidades de carrocería que se combinan con otras tres para el techo; además de 31 diseños de llantas en medidas de 16, 17 ó 18 pulgadas e incluso seis embellecedores para sus radios. Sin embargo, todo este 'tuneo' no se acompaña en materia de motorizaciones, ya que solo hay tres opciones de gasolina disponibles, aunque esto cambiará con la llegada de mecánicas adicionales.

Efectivamente, el Adam no cuenta aún con propulsores de última generación y nos debemos conformar con opciones atmosféricas no tan evolucionadas como el TwinAir de Fiat, todo un compendio tecnológico que además 'funciona'. Ambos automóviles tienen un enfoque eminentemente urbano gracias a unas dimensiones reducidas –algo más evidente en el caso del 500– y unos motores enfocados a este entorno ya que cuentan con medidas de ahorro como el sistema Stop&Start.

La llegada del Adam ha supuesto un revulsivo para el segmento. Se trata de un modelo nuevo más pequeño que el Corsa e incluso que el Agila y que además lleva el nombre del fundador de la marca. Estéticamente es muy llamativo gracias a detalles muy cuidados como un techo flotante, grupos ópticos delanteros y traseros de led, llantas de hasta 18 pulgadas o múltiples decoraciones bitono para el interior o la carrocería. Todo ello concentrado en unas dimensiones muy compactas; 3,70 metros de longitud.
El 500, si bien no ofrece tantas opciones personalización, también es llamativo y plantea multitud de posibilidades, como por ejemplo 14 colores de carrocería.

SOBRE TODO, CIUDAD

Las dimensiones reducidas de ambos rivales se traducen en un interior bastante compacto, casi como un 2+2, dado que las plazas traseras hay que reservarlas para niños o adultos de talla pequeña, algo que se hace más evidente en el caso del Adam con unas dimensiones traseras realmente reducidas. Tanto por distancia para las piernas como por altura, estas plazas están diseñadas para trayectos cortos.

En el caso de conductor y acompañante, ninguno de los dos plantea problemas de espacio. Las regulaciones de los asientos permiten encontrar la posición al volante con facilidad, si bien en el 500 ésta es algo peculiar debido a la ausencia de regulación en profundidad de este elemento. En este apartado el Adam es más equilibrado gracias a unos asientos bien dimensionados, aunque el volante es bastante grande comparado con el habitáculo. El diseño del interior en ambos casos es moderno y atractivo hasta el punto de que por este tipo de concesiones la ergonomía de algunos mandos es mejorable. En el caso del Adam esto es especialmente palpable en la pantalla de siete pulgadas situada en la consola central en una posición baja que nos obliga a mover mucho la cabeza. Salvo este 'detalle', el puesto de conducción es más completo y está mejor planteado que el del 500. La instrumentación es muy completa.

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En el Fiat el interior tiene un enfoque más retro con guiños que imitan al 500 original. La mayoría de la información útil para conducir se agrupa detrás del volante en una gran esfera que incluye en el centro un ordenador de a bordo. La posición elevada de la palanca cambios facilita su manejo porque queda muy a mano.
Una vez en marcha comprobamos que existen diferencias entre ambos modelos. El Adam dispone de una dirección demasiado asistida, y eso sin utilizar el botón City–una opción que también incluye el 500– solo recomendable para aparcar, ya que el tacto que ofrece es demasiado sensible. Los asientos son cómodos y la visibilidad correcta gracias a unos retrovisores bastante amplios que ofrecen un buen campo de visión. Todo ello combinado con un excelente ángulo de giro –superior al del 500– hacen que sus maniobras en ciudad sean muy rápidas.

TACTO Y EQUILIBRIO

El Fiat tampoco se queda atrás y una vez adaptados a su postura de conducción y a unas cotas aún más reducidas que en su rival, descubrimos que en el entorno urbano se desenvuelve perfetamente, con un comportamiento ágil y muy vivo. Fiat y Opel montan motorizaciones de gasolina, y hasta aquí llegan sus similitudes. Su tacto de utilización es muy diferente dado que su configuración es radicalmente distinta. El bloque 1.4 del Adam tiene un tacto de utilización agradable, sube de revoluciones de manera progresiva, aunque dada la cifra de potencia disponible se echa en falta 'algo más'. Sin embargo, es un motor fino y gracias a esta progresividad comentada es muy agradable de utilizar en ciudad.

Por su parte el tacto del cambio no plantea problemas, aunque los desarrollos son bastante largos y penalizan las recuperaciones en carretera, donde para mover son soltura al Adam debemos llevar el propulsor en un régimen de giro relativamente alto. En el caso del 500, su bicilíndrico turboalimentado aporta una utilización muy agradable sobre todo a medio régimen, acompañado por un cambio preciso. A bajas revoluciones no es tan suave como el cuatro cilindros del Opel.

Si optamos por conducir por carretera, hay que tener presente las limitadas cifras de potencia tanto del 500 como del Adam y su enfoque urbano que se traduce en autonomías más limitadas y poca capacidad del maletero, aunque eso sí, permiten realizar desplazamiento interurbanos con solvencia. El Adam en este apartado cuenta con una chasis bien puesto apunto. El coche va bastante asentado incluso a una cierta velocidad, con unas suspensiones rígidas y una distancia entre ejes superior a la del 500 que le hace ganar aplomo. En este apartado el italiano muestra un comportamiento más nervioso. Su menor batalla y peso nos penalizan con algunas imprecisiones si forzamos el ritmo. Por consumo, el eficiente motor italiano es superior al bloque del alemán.

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