Durante los últimos 50 años comprar un deportivo ha sido sinónimo de hacerse con un Porsche 911. Resulta injusto achacar el reinado absolutista que ha mantenido este mito germano a la falta de rivales de entidad, sobre todo si analizamos cómo la mayor parte de los fabricantes de vehículos de alta gama han tratado de hacerle sombra en sucesivas ocasiones con distintos lanzamientos. Lo único cierto es que a día de hoy no ha existido un deportivo de elevadas prestaciones tan ‘redondo’ como el icono de Stuttgart, que incluso fue capaz de resistir la emboscada lanzada desde su propia casa con el 928. Ahora asistimos a un nuevo embite, con la peculiaridad de que este contendiente tiene la misma nacionalidad e incluso es oriundo de la misma ciudad y se llama Mercedes-AMG GT.

Salto en el tiempo

Tras el desilusionante periplo del SLS, con un precio desorbitado, en la firma de la estrella han decidido olvidarse de las exóticas ‘alas de gaviota’ y bajar un peldaño sus pretensiones con el lanzamiento de un rival directo del 911. El frontal parece calcado del citado supercar, mientras que la trasera rezuma un sospechoso aire a ‘nueveonce’.

Históricamente la superioridad del 911 ha sido tan elevada que, pese a la diferencia de potencia existente, elegimos el GTS ante lo novedoso de esta versión y para tratar de aproximarlo al GT en precio, pues una vez equipados para la ocasión en el Porsche se dispara la factura.

El Jaguar pone la nota excéntrica de la prueba. Los responsables de la firma británica han tratado de domesticar a su fiera felina añadiendo esta temporada un kit de tracción integral. Respecto a su competencia se trata de una verdadera ganga con un precio mucho más comedido.

Empieza el espectáculo

Escogemos como ‘banco’ de pruebas una apartada región de la selva negra, un verdadero paraíso para cualquier amante de las curvas. Iniciamos la ruta a bordo del Jaguar, seducidos por su espectacular imagen, bajo nuestro criterio el más bello del trío. Nos sorprende con una actitud ligeramente ‘rudas’ desde los primeros metros. Frente a sus rivales germanos, que parecen recién licenciados en la universidad de Heidelberg, el Jaguar parece un chico de la calle, con unos modales poco refinados, lo que no quiere decir que no sea realmente apasionante y divertido conducirlo. Eso sí, el F-Type no es capaz de distinguir si estamos haciendo vuelta rápida en un circuito o llevando a nuestros hijos al colegio; siempre nos lleva al límite. En cuanto le sacamos de asfaltos pulidos la suspensión se vuelve radicalmente incómoda. Sin olvidar que cuando ‘ahuecamos’ el pedal del acelerador comienza una sucesión de petardeos que nos hace pensar que estamos ante un pelotón de fusilamiento.

Conforme pasan los kilómetros detectamos que sus reacciones han sido ligeramente domesticadas frente a su predecesor, pero el sistema de tracción integral resulta lento en su funcionamiento, y tarda más de la cuenta en mandar potencia al eje delantero cuando las gomas traseras pierden la compostura.

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Disfrutamos de lo lindo con la dirección más precisa de la comparativa, transmite mucha información y sabe sobreponerse al exceso de peso gracias a una diferencia de potencia a su favor. De hecho, durante nuestro recorrido de montaña, ni Mercedes ni Porsche lograron dejarnos atrás y estoy seguro de que ninguno de mis compañeros se divirtió tanto como yo. Una pena que el cambio de marchas es ligeramente más lento y no consigue alcanzar la eficacia del PDK de Porsche, que es simplemente prodigioso.

Mando intermedio

El Mercedes machaca a sus contendientes con unas prestaciones espectaculares y tampoco se queda atrás con una imagen musculosa y vigorosa capaz de partir cuellos a su paso. En términos absolutos y siempre con el cronómetro como juez imparcial, el Mercedes es capaz de derrotar incluso al 911. El V8 es simplemente prodigioso, empuja y… suena como un bulldozer. Es cierto que no tiene tantos bajos como el motor del Jaguar, pero también es cierto que estira mucho más allá de las 6.600 vueltas, cuando el corazón del felino parece fallecer por taquicardias.

Es una pena que su cambio secuencial no funciona tan ‘fino’ como el del Porsche y, habitualmente, deberemos optar por el modo deportivo del mismo para disfrutar del mundo de posibilidades que nos ofrece el poderoso V8. Sin embargo, el GT no es capaz de competir en agilidad con el 911. Desde nuestro puesto de conducción el 911 nos da la sensación de ser mucho más pequeño y manejable que el Mercedes, en el que incluso pasamos apuros para ‘meterlo’ en alguna de las estrechas carreteras germanas por las que transcurre nuestra prueba.

Si buscas prestaciones, el AMG es tu coche; si buscas equilibrio, el 911

Nos llama la atención la estabilidad direccional que ofrece el Mercedes; basta insinuarle las trazadas para que las siga con obediencia y obstinación. Resulta imposible que pierda la compostura a no ser que desconectemos el control de estabilidad, momento en que nos seduce con unas respuestas mucho más viscerales, aunque siempre nobles y predecibles, de hecho nos sorprende la facilidad con que sus neumáticos echan humo.

El equilibrio perfecto

Por último nos dejamos caer en brazos del 911. Un conjunto que pese a su concepción mecánica‘prehistórica’ logra superarse a sí mismo y a su competencia generación tras generación. La diferencia de potencia en su contra podría hacernos pensar que se trata de un duelo entre dos contendientes armados con pistola y otro con un simple cuchillo, pero lo cierto es que el Porsche se defiende como ‘gato panzarriba’.

Es verdad que en línea recta cualquiera de los dos rivales le saca metros con extrema facilidad, pero también es completamente cierto que el Porsche es capaz de rehacerse tan pronto como llegan los virajes o el asfalto se torna ligeramente degradado. Su artillería de largo alcance es muy completa.

Pese a la diferencia de potencia, el Porsche hace valer su capacidad de tracción para no distanciarse

Sus principales argumentos son una capacidad de agarre y tracción muy superior a sus contendientes, tanto en virajes cerrados como especialmente en los rápidos, donde la tradicional posición de su motor le aporta un plus de carga sobre las gomas posteriores que se traduce en una ‘mordida’ insólitamente eficaz. Como marca la tradición su conducción es peculiar y debemos tener siempre en cuenta la influencia del pedal del acelerador para colocar la zaga, un centímetro más de presión con el pie puede marcar la diferencia entre una bonita cruzada con la consecuente pérdida de tiempo o la eficacia más absoluta. Pese al limitado poder de fuego de su motor, el bóxer de seis cilindros sigue siendo una verdadera obra de arte. La respuesta eléctrica al acelerador y la manera con que sube de vueltas lo convierten en único, por encima incluso de los de Jaguar y Mercedes, que pese a tener más potencia bruta no son tan resolutivos a la hora de coger revoluciones.

Todo ello además con una magistral banda sonora que nos llevará a buscar los túneles para oír nuestro propio bramido. El excepcional cambio PDK con levas en el volante termina de inclinar la balanza a favor del Porsche, que una vez más vuelve a salir victorioso en una prueba contra modelos que nacen dirigidos directamente contra su línea de flotación.

Precio, equipamiento y ficha técnica del Jaguar F-Type R AWD

Precio, equipamiento y ficha técnica del Mercedes-AMG GT S

Precio, equipamiento y ficha técnica del Porsche 911 Carrera GTS

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