El fabricante coreano vive su particular luna de miel con nuestro mercado tras alcanzar un ascenso del 25% en las ventas de 2018 y encaramado ya al séptimo puesto del ranking nacional, ha acometido la renovación de su modelo estrella, el más vendido de su gama, el Kia Sportage. Lanzado en 1993 –tres años después en España–, ahora ve la luz el restyling de la cuarta generación.
Dada la buena aceptación general, el Sportage se ha acostumbrado a medirse con modelos tan consolidados como el Nissan Qashqai o el Hyundai Tucson y así, su imagen apenas ha evolucionado, incorporando nuevos faros full led, unos paragolpes ligeramente rediseñados o las llantas de entre 16 y 18 pulgadas y diseño inédito, además de completar su paleta de colores con hasta nueve tonalidades.
Dentro, detectamos los cambios justos para la nueva pantalla opcional de 8 pulgadas –la de serie es de 7– que además no tiene marco y puede proyectar la imagen proporcionada por la nueva cámara de 360 grados. La variante GT se enriquece de nuevo con volante específico multifunción, rediseñado, forrado en piel y con pespuntes en rojo. El salpicadero recibe acabados en aluminio y un pedalier en este mismo material; así como nuevas tapicerías y butacas deportivas más ergonómicas.
En materia mecánica los cambios son más profundos, y permiten adaptar al modelo a la nueva normativa WLTP, con consumos más ajustados y cifras de emisiones reales más contenidas. En concreto, se mantienen los motores GDI gasolina de 132 y 177 caballos, este último con tracción integral y cambio automático de doble embrague opcional. En materia diésel se reemplaza en anterior bloque por un nuevo 1.6 CRDi con 115 o 136 caballos, en función de la variante elegida. La novedad más importante llega de la mano de la mecánica diésel 'mild hybrid' que asocia el motor 2.0 CRDi, que alcanza los 185 caballos gracias a un pequeño bloque eléctrico de 12 kilowatios. Este pequeño generador nos permite reducir consumo al activar el mecanismo start&stop con anterioridad en las detenciones y nos permite ganar algo de impulso extra cuando pisamos a fondo o en arrancadas. Cuenta con una batería de litio que se recarga en deceleraciones.
En materia de sensaciones, el Sportage nos transmite la misma impresión de calidad que el modelo al que reemplaza. Con unos materiales interiores de tacto fino pero contundente, que trasmiten más calidad que muchos modelos europeos de campanillas, el interior de este SUV presume también de habitabilidad al mantener su maletero de 480 litros y unas generosas plazas traseras que además nos permiten abatir ligeramente los respaldos para que los ocupantes vayan más cómodos.
Durante la toma de contacto pudimos conducir la variante tope gama gasolina, de 177 caballos, que mantiene la deportividad general si apenas modificaciones en el tacto de guiado. Se trata de un motor muy fino pero contundente en la entrega de potencia, ayudado por la caja de doble embrague de ocho velocidades que es muy rápida y suave en su accionamiento. En conjunto el tacto de conducción destaca por la forma en la que conjuga cierta deportividad en línea con BMW con una comodidad notable interior.
Al volante de la variante híbrida nos gustó el empuje constante y muy lineal de esta mecánica, aunque nos gustaría realizar más kilómetros para verificar la bajada real de consumos que supone este esquema de asistencia eléctrica. Por el momento no cuenta con la etiqueta ECO para circular en ciudad en días de tráfico limitado, pero la marca está trabajando en este aspecto.
El precio de venta está entre los 18.855 euros del 1.6 GDI 136 caballos en acabado Concept y los 35.000 del Mild Hybrid con cambio automático de 8 velocidades. En ambos casos con descuento por financiación incluido. Esto supone una ligera subida de precio pero hay que tener en cuenta que el modelo gana en equipamiento con elementos como control crucero adaptativo, detector de fatiga o la frenada de emergencia en ciudad, entre otros.
