No todos los días se tiene la oportunidad de ponerse a los mandos del coche más vendido de su segmento; hoy, nosotros podemos presumir de ello con la segunda generación del Nissan Leaf, o lo que es lo mismo, el vehículo eléctrico más demandado del planeta. Las más de 400.000 unidades matriculadas en todo el mundo desde su llegada al mercado, de las cuales 130.000 recorren las carreteras europeas, son el mejor reflejo de ello, pero ¿qué le ha llevado al compacto nipón a conseguir este logro? Vamos a descubrirlo.

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Recogiendo el legado del modelo presentado en 2010, la nueva generación del compacto japonés llega cargada de argumentos de peso, ya que ha evolucionado tanto en su diseño exterior como a nivel tecnológico y de equipamiento, presentándose como un producto renovado que quiere seguir siendo el referente de los vehículos eléctricos. Los ingenieros de la marca se dieron un periodo cercano a los 8 años para presentar un automóvil que necesitaba de unos cuantos ajustes para asentarse mejor en la carretera y seguir siendo el maestro ecológico de la ciudad.

Si comenzamos con la parte estética, lo más destacado es una imagen atractiva, con líneas marcadas y algunos rasgos que nos recuerdan al pequeño de la casa, es decir, el Micra. Cuenta con la característica parrilla frontal en forma de ‘V’, unas ópticas estilo ‘boomerang’, llantas de 17 pulgadas, pilar C de color negro y otros detalles interesantes como, por ejemplo, el spoiler trasero y el difusor, así como unos remates en color azul y varias insignias ‘cero emission’. La firma nipona no solo ha querido ofrecer al cliente un apartado estético más atractivo, sino también aerodinámico y es que algunos elementos como, por ejemplo, los retrovisores, el fondo plano, el alerón posterior y el difusor contribuyen a reducir la resistencia al aire, permitiendo que el Leaf presente un Cx de 0.28.

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Car and Driver

Si echamos un vistazo al interior nos encontramos con un habitáculo renovado que ha sido dotado de unos mandos prácticos y bien situados, aunque algunos plásticos y ajustes no están al nivel de calidad deseado. En la consola central destaca un sistema de infoentretenimiento con una pantalla táctil de 7 pulgadas, compatible con Apple Carplay y Android Auto, así como una botonera debajo de esta donde encontramos los mandos para el climatizador, botón de arranque y los comandos del ‘e-pedal’ (hablaremos de él más tarde) y del modo eco. Junto a estos últimos aparece una palanca de cambios moderna de pequeño tamaño y, si nos movemos al puesto del conductor, un cuadro de mandos semidigital que nos muestra información muy útil sobre la conducción. Sus asientos son amplios y cómodos (además de calefactables), proporcionando el confort ideal para los trayectos del día a día, con un puesto de conducción algo elevado.

Pero los cambios no afectan solo al apartado visual sino también a lo que hay detrás del volante, es decir, a su comportamiento en carretera. Es aquí donde el Leaf de segunda generación marca las diferencias con su antecesor y es que, a pesar de utilizar la misma plataforma que este, los ingenieros han introducido ligeras modificaciones para hacer del compacto un producto más ágil, con mayor aplomo y una sensación de seguridad ampliada, lo cual es fundamental a la hora de transmitir confianza en el conductor. Gran parte de culpa es de su suspensión, con esquema McPherson delante y rueda tirada detrás, absorbe con solvencia las irregularidades de la carretera y los movimientos de la carrocería en curvas, ofreciendo un tarado que no llega a ser ni muy blando ni muy duro (más bien esto último). El otro gran responsable de su paso adelante en el aspecto dinámico es la dirección, de asistencia eléctrica y con 2,6 vueltas de volante, significativamente más trabajada que en la primera generación, siendo más directa y dirigiendo el eje delantero con mayor eficacia.

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A la hora de afrontar los giros, el compacto japonés mantiene la compostura y nos ofrece una pisada firme y segura. Sus reacciones son previsibles y únicamente si somos muy agresivos con el acelerador notaremos una pérdida de tracción en las ruedas delanteras y con ello un pronunciado subviraje que nos obliga a levantar el pie del acelerador para volver a la trayectoria correcta. Si hablamos de los frenos, nos encontramos con unos discos ventilados de 283 mm en la parte delantera y unos macizos de 292 mm en la trasera, los cuales reciben la ayuda del sistema de frenada regenerativa –mayor retención con el modo ‘B’ y el ‘e-pedal’– para detener el coche con solvencia. No obstante, si no llevamos activado ninguno de estos dos, notaremos una cierta fatiga en los frenos mecánicos para contener los 1.580 kilos del Leaf.

La dirección es más directa y guía al eje delantero con mayor eficacia.

Otro de los puntos más destacados de este Leaf es la mejora recibida en términos de prestaciones y es que su motor eléctrico (síncrono de imanes permanentes) ahora desarrolla 110 kW (150 CV) y un par máximo de 320 Nm, lo que supone un aumento de 41 CV y 66 Nm con respecto a la primera generación. Como en cualquier eléctrico, la respuesta es instantánea y toda esa potencia nos permite adelantar en carretera con mayor rapidez y seguridad, independientemente de la velocidad a la que circulemos pues el compacto japonés sale disparado en cuanto pisamos el acelerador con energía. A decir verdad es una experiencia adictiva, ya que sorprende la facilidad con la que el coche aumenta su ritmo y tu espalda sufre por despegarse del asiento. Cualquiera que no haya conducido un eléctrico pensará que estos son aburridos y carecen de interés, pero cosas como esta hacen que sean todo lo contrario.

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El otro gran protagonista de este modelo es su paquete de baterías de iones de litio, con una capacidad de 40 kWh, que se traduce en una autonomía (según el ciclo WLTP) de unos 270 kilómetros reales, ampliables significativamente si nuestro uso se centra en el ámbito urbano. No es una cifra elevada pero será más que suficiente para realizar trayectos cotidianos por la ciudad. Este es, el entorno ideal de este coche y es que la frenada regenerativa nos ayuda a recuperar la energía necesaria como para no tener que preocuparnos de los kilómetros restantes. Junto al nuevo motor eléctrico de 150 caballos, ambos son responsables de que el Nissan Leaf pueda acelerar hasta los 100 km/h en 7,9 segundos y alcanzar una velocidad máxima (limitada) de 144 km/h.

A la hora de reponer toda la energía de esas baterías, situadas en la parte baja del vehículo, tenemos varias opciones. La más rápida es aquella que nos permite recargar la capacidad hasta el 80% en un tiempo de unos 60 minutos, haciendo uso de una toma de 50 kW. Por otro lado, podemos utilizar el wallbox de la marca, con una potencia de 7 kW, lo cual nos da un tiempo de espera de unas 7 horas y media. Por último, está la opción más lenta de todas y no es otra que la toma doméstica de 230 voltios de nuestro hogar, empleando un total de 21 horas para su completa recarga. Al igual que en otros modelos eléctricos, a través de la pantalla táctil del coche podemos localizar la estación de carga más cercana y dibujar una ruta hacia ella. Nosotros hemos probado tanto el wallbox como la recarga doméstica, en un proceso que es bastante sencillo y para el cual tendremos que hacer uso de los cargadores situados en el maletero, conectando los extremos de estos a la red y a una toma frontal del vehículo (conector de color rojo) que se puede abrir desde el mando del coche o desde un botón alojado a la izquierda del volante. El coche nos irá diciendo en todo momento el estado de carga de la batería, ya sea a través del cuadro de instrumentos o de las luces azules situadas en la parte alta del salpicadero.

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El compacto japonés sale disparado en cuanto pisamos el acelerador con energía.

No podíamos pasar por alto sin hablar de uno de los grandes reclamos de esta segunda generación, su tecnología y ayudas a la conducción. En este punto cobra sentido el denominado ‘e-pedal’, es decir, un sistema que nos permite manejar el vehículo con un solo pedal, al ser capaces con el mismo pie de controlar la aceleración y frenada del coche. En un primer momento puede resultar extraño pero a los pocos kilómetros ya te habrás acostumbrado. Básicamente, lo único que tenemos que hacer es ejercer fuerza para acelerar (como en cualquier coche) y tener en cuenta que al ir soltando nuestro pie del pedal, el coche comenzará a frenar con cierta intensidad. No obstante, el conductor podrá desactivarlo cuando quiera con solo pulsar este botón. El otro protagonista es el ‘ProPilot’, encargado de hacer las funciones de control de crucero adaptativo, asistente de mantenimiento de carril y aparcamiento automático. Se activa con solo pulsar este botón, seleccionando la distancia con el vehículo de delante y la velocidad a la que queremos circular. Además, en caso de atasco, puede detener e iniciar la marcha por sí solo, aunque eso sí, siempre y cuando no estemos detenidos más de 3 segundos.

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Volviendo al interior, toca hablar de las plazas traseras. Estas ofrecen un acceso correcto, aunque las líneas del techo provocan que tengamos que agacharnos más de la cuenta, pero dejando esto a un lado nos encontramos con el espacio adecuado para adultos de todo tipo, ya sea para la cabeza, hombros o rodillas, aunque uno de los defectos es un túnel central bastante prominente que nos impide mover con facilidad los pies, sin olvidar la ausencia de un apoyabrazos central, el cual sería muy útil para hacer más cómoda la estancia en unos asientos traseros que presumen de un sistema calefactable. El maletero, por su parte, goza de un espacio muy interesante, con 435 litros de capacidad, ampliables a 1.176 si abatimos las plazas traseras. No obstante, en nuestra unidad de pruebas gozábamos del equipo de audio opcional que incluye un subwoofer BOSE, que resta 15 litros de capacidad.

Nissan pone a la venta este coche con tres niveles de equipamiento diferentes: Acenta, N-Connecta y Tekna (presente en nuestra unidad de pruebas), cuyos precios son 32.600, 33.500 y 36.800 euros, respectivamente. Si hablamos de los elementos más destacados de cada uno de ellos tenemos que el más básico incluye sistema de navegación con pantalla flotante de 7 pulgadas, control de crucero inteligente, cámara de visión trasera y llantas de aleación de 16 pulgadas; el intermedio, añade el sistema ProPilot, cámara inteligente de visión 360º con detección de objetos en movimiento, llantas de 17 pulgadas y el pilar C en color negro; el más alto de todos, incorpora faros LED de activación automática, equipo de audio BOSE con siete altavoces y unos asientos calefactables delanteros y traseros parcialmente en piel.

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Toca despedirse del Nissan Leaf y lo hacemos con una sensación positiva pues el salto que ha dado esta segunda generación es muy interesante, no solo en su diseño exterior sino también en términos de prestaciones, comportamiento y tecnología. No obstante, seguimos pensando que un vehículo como este que acaba de renovarse por completo debería ofrecer una mayor autonomía y unos tiempos de recarga algo inferiores, especialmente si la toma utilizada es la de nuestros hogares. Pese a ello, no tenemos dudas de que este coche seguirá siendo todo un superventas.

A favor: Respuesta, comportamiento, tecnología.

En contra: Tiempo de recarga, autonomía en carretera, frenos.